martes, 18 de marzo de 2008

El saber no ocupa lugar

Rehusé la invitación educadamente. Unas treinta almas del departamento habían organizado una “quiz night” en un pub cercano donde el jefe supremo, agradecido por nuestro abnegada dedicación, había dejado la cuenta pagada. Soborno, lo llamarían en otras latitudes.

No es que me disgustara el plan pero tampoco era cuestión de recibir una llamada de auxilio de mi media naranja en medio del jolgorio para acabar jaleando a la parturienta en el hospital con una copa de más en un momento tan señalado. Sentido común, que dirían unos. Calzonazos, que susurrarían otros.

Un quiz es un concurso sobre conocimientos de cuestiones generales. La concurrencia del pub se distribuye en grupos se paga una o dos libras por cabeza, alguien lee las preguntas micrófono en mano y cada equipo rellene su hojita con las respuestas. Cuando terminan las preguntas, se intercambian las hojas, el del pub lee las respuestas y los equipos se corrigen los unos a los otros. Por supuesto, nadie hace trampas. Fair play. Qué gran civiilización. Los premios suelen ser una cantidad pequeña en metálico, una caja de vino o similar.

Con razón los concursos televisivos como “Quién quiere ser millonario” (Who wants to be a millionaire) o “El rival más débil” (The weakest link) son muy populares en el Reino Unido. Los quizes son un pasatiempo británico por excelencia y la gente hace gala de lo leida e ilustrada que es. Digo yo que el Trivial Pursuit, la variante de juego de mesa, es el producto intermedio entre lo del pub y lo que vemos en la tele.

Las preguntas son del estilo: “Quién fue el primer alcalde negro de Londres?”, “Cuál era el nombre del primer submarino ruso abatido en la Segunda Guerra Mundial?” o “Cuántas hamburguesas se pueden hacer con un caballo?”. Las discusiones entre pregunta y pregunta discurren en voz baja y hay cierto recelo entre los equipos. Doy fe que la gente se toma muy en serio estos concursos, que más de una vez algún españolito despistado, hastiado de su propia ignorancia, ha intentado boicotear el concurso con graciosos comentarios en voz alta ante las furiosas miradas de los presentes y veladas amenazas a su integridad física.

Yo he participado en algunas de estas “quiz nights” porque sucedía que estaba en el pub en el momento de su celebración, más que por acudir expresamente a su concurso. Recuerdo con orgullo mi introducción a esta competición olímpica.

Estaba leyendo el periódico en un pub en Edinburgo, despues de un soporífero día de trabajo, cuando se aproximó el landlord del pub y me preguntó si quiería unirme a un grupo para participar en el quiz de aquella noche. Por qué no, me dije. Media hora más tarde me estaba arrepintiendo de tal precipitada decisión.

El fuerte acento escocés que no entendía y mis escasos conocimientos de la historia y actualidad local fueron minando mi interés por el jueguecito intelectual. Así que, a medida que trasncurría el concurso, yo me abandonaba a las pintas de cerveza y dibujaba esa sonrisa tan común en aquellos que intentan disimular que no se están enterando de qué va la misa la media y que parecen que están puestos allí por el ayuntamiento, como las farolas.

Por fin terminó el turno de preguntas, y tras el recuento de las respuestas, mi equipo había conseguido el primer puesto empatado con otro equipo. Habría una pregunta más para dirimir el desempate. Qué emoción.

La pregunta que resonó por los altavaces del pub fue: “Qué cantante español de éxito internacional fue portero del club de fútbol del Real Madrid?" Después del desconcierto inicial, las miradas de mi equipo se posaron en mí, mientras la mía, ebria, seguía fijada en las lucecitas de una máquina tragaperras tan aburrido que estaba de aquel coñazo.

Ganamos el concurso y, en consecuencia, el primer premio: una caja con treinta y seis botellas de cerveza. Recuerdo que me metieron media docena de estas en los bolsillos del abrigo y me enfilaron en dirección a casa, no fuera a ser que no acertara con el camino. Parecía una vaca suiza. Por el tintineo de los vidrios, se entiende.

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