lunes, 30 de julio de 2007

Me lo merezco

Hay ciertas virtudes que los ingleses valoran sobremanera en el prójimo, entre otras, la modestia.

La norma social al uso es infravalorar las éxitos de uno mismo, subestimar los logros y hazañas propias, Forma parte de guardar un perfil bajo (low profile, lo llaman aquí). Falsa modestia? Quizás, pero modestia al fin y al cabo. Eso también se refleja en un sentido del humor sutil, fino, desapasionado. Todo lo contrario a Chiquito de la Calzada, vamos.

Esta modestia británica contrasta con la actitud comediante – bien es cierto que venida a menos, que nos estamos europeizando mucho - del latino ante el reto: bravucón, desafiante, populista, la exageración como hipérbole, el “ahora os vais a enterar de lo vale un peine”.

Los futboleros recordarán que hace tres años el Chelsea fichó a un nuevo entrenador: el portugués José Mourinho. En su primera rueda de prensa se presentó así mismo como “the special one” (el único, el especial) a lo jesucristo superstar y todo el Reino Unido quedó boquiabierto. Viva la arrogancia latina. “Una bocanada de aire fresco ha llegado a estas latitudes” rezaban los titulares de la prensa en aquellos días. Tres años más tarde buena parte del país desea que el Chelsea pierda, cansados ya de tanto auto-bombo luso.

Oveja que bala, bocado que pierde.

viernes, 27 de julio de 2007

Premiando el buen servicio

En España, como en otros muchos países, la profesión de camarero es una profesión digna, no tiene una connotación social negativa, está renumerada razonablemente y se aprecia el trato cercano y amistoso del camarero con los clientes. Cierto es el hecho de que muchos emigrantes están paulatinamente ocupando el lugar detrás de las barras de los bares y restaurantes pero eso no creo que esté cambiando mucho la percepción y el desarrollo de la profesión.

En el Reino Unido, sin embargo, los camareros son considerados el estrato más bajo de la clase laboral, junto con los limpiadores y los ayudantes de cocina. Los salarios son muy modestos y, prácticamente, el que sirve para poco acaba de camarero. La consecuencia es la general mala calidad del servicio, la alta rotación del personal y, a veces, comidas que se convierten en pesadillas.

Hablando de restauración, hay un aspecto que cada vez es más complejo y cuya receta varía de país a país. Los quebraderos de cabeza vienen cuando al terminar la comida en un restaurante cualquiera uno pregunta: “Me dice lo que le doy, además de pena?”. Entonces queda calcular las propinas. Si dejas mucho, mal; si dejas poco se te ve como un tacaño. No hay como acertar.

La convención general parece ser que es añadir el 10% del importe total como propina. En Estados Unidos creo que ronda el 15% - 20% - una cifra inferior y te tildan de rata; en España, entre un 5% y 10% está bien. Dejar propina en Japón es rudo.

Con todo una de las cosas más irritantes es que te llega la cuenta y el servicio - 10% ó 12% - está cargado automáticamente. Sin preguntar y, en algunas ocasiones, sin merecerlo.

martes, 24 de julio de 2007

Toca mojarse


Inglaterra sufre las peores inundaciones en 60 años. “Hay preocupación por la lenta respuesta que se dio a los avisos” rezan algunos titulares. Es la fina versión inglesa de la traducción española “Piden que rueden cabezas por la ineptitud de los responsables de Protección Civil”.

Según leo en la prensa respetable, la historia transcurrió como sigue:

  • Los de la oficina metereológica dieron aviso el lunes: “Se avecina el diluvio”.
  • El miércoles afinaron un poco más: “Los que estén entre las carreteras M4 y M5 que vayan aprendiendo a nadar para el viernes”.
  • El viernes cayó la de San Quintín y muchos preguntaron: “Dónde están las barreras anti-inundaciones?” Están en los camiones atascados en el tráfico por las inundaciones.
  • El sábado se pide ayuda al Ministerio de Defensa – camiones y conductores. “Va a ser que no, que luego no pagáis”, les responden.
  • El domingo alguien se pregunta si la Unión Europea no tiene fondos para este tipo de catástrofes. “Sí, muchos - dicen desde Bruselas – pero nadie desde el gobierno británico nos llama para pedir el dinero”.

Si esto llega a pasar en Teruel, Badajoz o Murcia, arde Troya.


(Centro Comercial "Oracle", en el corazon de Reading)

domingo, 22 de julio de 2007

Tensando la cuerda

Se ha liado gorda. El último número de la revista de humor gráfico y sátira El Jueves ha sido “secuestrado” y su página web cerrada por orden judicial. La razón es incurrir en los delitos contra la Corona previstos en un par de artículos del Código Penal, por “cometer calumnias o injurias contra el rey o sus descendientes.” Tiembla Troya. Adjunto foto de la portada para que el lector juzgue por sí mismo.

Unos y otros han puesto el grito en el cielo y ya estamos con las cantinelas de siempre: que es un atentado contra la libertad de expresión, que si la Monarquía goza de privilegios, que dónde se ponen los límites al abuso de la dignidad.... Bueno, ni tanto ni tan calvo. Vale que la Monarquia sea un florero pero eso no quita para que nos comportemos como en la selva. El malnacido de Otegi fue condenado por injuriar al Rey y nadie se quejó salvo sus amiguetes.

Que yo sepa, las leyes se hacen en el Parlamento y los jueces se encargan de aplicarlas, les guste o no – recuerden la anécdota que contaba de aquel amigo checo. Los amigos de El Jueves han tensado la cuerda y esta se ha roto. Y el que rompe, paga. Si la haces, al menos que no se note.

Los que me conocen saben que soy fan y lector de El Jueves y que mis simpatías por la Corona se miden por su ausencia. No hace daño que me meta yo con el juancar y sus secuaces. A fin de cuentas no soy más que un pringadillo y las cuatro tonterías que escribo no llegan a ninguna parte. Otra cosa es que sea una publicación de ámbito nacional quien menosprecie groseramente la dignidad del prójimo en nombre del humor y de la sátira. Por mi parte, contarian con atenuante si hubieran sido un poco más sutiles.

Es curioso que con la actuación judicial la parte más beneficiada es la revista misma, que ahora goza de una campana de notoriedad gratuita. A fin de cuentas, vende 70,000 ejemplares a la semana. Uno de ellos suele acabar en mi casa.

viernes, 20 de julio de 2007

El horno no está para bollos

Aquí, en el primer mundo, ha esta lloviendo copiosamente y se ha paralizado el sur del país. Niños rescatados de la escuela en barcas, coches abandonados en los parkings de las empresas, empleados con el agua hasta los tobillos salvando los ordenadores... Vaya mala leche que tiene la Madre Naturaleza.

El transporte es un caos y, cansado de esperar en la estación, me he subido al primer tren que ha arrancado. Escribo desde un horno. Dicen que ante el frío el contacto corporal ayuda. No estoy seguro que los 1.500 que abarrotamos este tren coincidimos con la sugerencia. Además ha salido el sol y nos estamos cociendo. Vaya ironía.

lunes, 16 de julio de 2007

Castigado por desobediente


Pasamos el fin de semana en Londres para echar una mano al cuñado, quien se está mudando de casa. La mudanza resultó ser light por lo que dedicamos el domingo a explorar la capital a pata.

Como pernoctábamos cerca del palacete de la isabel nos tuvimos que tragar el espectáculo del cambio de guardia, los caballos cagando el pavimento, la muchedumbre alborozada y los bobbies (los policías ingleses) apaciguando a las masas. Imposible hacerse paso entre tanto alborato.

Una hora mas tarde. "Espera, vamos a entrar aquí" . No era una tienda de moda, ni un pub, ni un museo. Era el Arts Theatre, donde se representaban “las 37 obras de Shakespeare en una hora y media”. Esta es la mía, me dije. Aquí mato 37 pájaros de un tiro.

Conseguimos dos butacas a precio de saldo en la sesión matineé, que dirían los finos. Estábamos ubicados en una esquina de la primera fila, allá donde un altavoz maltrataba mi oído derecho, realmente próximos al escenario. Tanto es así que te llegaban los salivazos de los actores si te descuidabas. El espectáculo era muy entretenido. No era teatro clásico sino más bien alternativo. Tres actores parodiaban todas las obras del seikspir buscando la complicidad del público, desde niños hasta adultos con canas.

En un momento dado los actores piden la colaboración de las dos primeras filas. Quieren que levantemos los brazos y los ondeemos de izquierda a derecha y de derecha a izquierda mientras cantamos “Maybe, maybe not” (quizás, quizás no) con voz de falsete. Allá que se movilizaron las dos filas, todos muy gregarios menos yo, que con los brazos cruzados no me apetecía moverme un ápice. “Y una rábano. Va a mover los bracitos y cantar la tontería su padre”. Craso error.

Terminan los quince segundos de popularidad del vulgo cuando se acerca uno de los actores en mi dirección y dice a voz en grito:
- Vaya, vaya, aquí tenemos un caballero que piensa que esto de mover los brazos y cantar es una tontería.
"Tierra trágame. Pero qué he hecho yo para merecer esto?"
- Pues ahora te levantas y dirigiéndote al público vas a alzar y ondear tus brazos y cantar tú solito “maybe, maybe not”.
- Pero qué cabrones – pensé para mis adentros. Me quedé sentado en la butaca esperando que el temporal amainara, perdiendo tiempo como experto futbolista italiano en el final de un partido trascendente.
- Te estamos esperando – resonaban sus voces impacientes.

Así que allí me pueden imaginar, enfrente de cuatrocientas caras destartaladas de risa, moviendo los brazos en solitario y cantando con vocecilla amariconada “maybe, maybe not” como un auténtico gilipollas. Por listo.

sábado, 14 de julio de 2007

De los nervios

Esto le pasó a un inglés que llamó nervioso al servicio de urgencias hace unos días. Lo contaban en la radio.

- Oiga, mi esposa está a punto de dar a luz. Tiene contracciones cada dos minutos!
- Tranquilícese, por favor. Déjeme hacerle unas preguntas. Es su primer hijo?
- No, soy su marido!

miércoles, 11 de julio de 2007

El fin de tanto macho suelto

Leo en el periódico la siguiente historia. El conductor de un autobus urbano en Londres insulta al conductor de un vehículo llamándole 'maricón'. Resulta que, efectivamente, este es homosexual y se ofende por el uso ofensivo que el autobusero ha hecho de su condición. Cruza su coche delante del bus y llama a la policía. El atasco es monumental. La policía reprende al busero y la empresa de autobuses publica hoy una disculpa. Ejemplar.

domingo, 8 de julio de 2007

El viernes fui a un partido de cricket en directo con los compañeros del nuevo trabajo. La primera vez que vi este deporte al poco de llegar a este país y me preguntaron que qué me parecía, respondí que era como un partido de béisbol pero para señoritas. Casi me corren a gorrazos. Así que el viernes cerré el pico, que tampoco era cuestión de hacer enemigos tan pronto.

El cricket se juega en muchos de países que tuvieron una influencia británica (Australia, Canadá, Bangladesh, Sri Lanka, Zimbabwe….). No voy ni remotamente a intentar explicar los fundamentos del jueguecito. Lo importante para el interesado de salón es saber que juegan once contra once, normalmente vestidos de blanco impoluto y con pantalones largos (no olviden este detalle). Un partido dura cinco días y puede haber empate. Paran de vez en cuando para tomar el té y sándwiches. Si llueve no juegan. Se insultan entre sí de forma fina, sobre todo si hay australianos de por medio. Los curiosos pueden apreciar algunos de los pasajes del cricket en este vídeo (4 minutos).

Hace unos cuantos años me apunté a jugar un partido de cricket. Llegué al campo rodeado de ingleses muy ingleses, todos con sus pantalones blancos hasta los tobillos, con polos blancos de marca. Yo vestía la camiseta de Brasil y unos pantaloncillos cortos para tomar el sol. En cuanto aparecí el capitán preguntó con mala cara: “Quién ha traído a éste? Luego supe porqué.

La pelotita es de cuero y los profesionales, antes de que el uso la desgaste, la lanzan a 150 km. por hora. Por tanto los primeros bateadores son gente curtida, hábil, que soporta la presión y hacen frente a la agresividad de los lanzadores.

“El español va primero”, dijo el capitán en la breve charla táctica. Hubo voces de desacuerdo entre los compañeros. Aquello más que un favor parecía una venganza. La pelota, cuando nueva, te pude romper una costilla o desgraciar tus partes bajas. Estaba claro que no habían gustado mis pantaloncitos cortos. Parece ser que y había roto el sagrado código de la vestimenta.




jueves, 5 de julio de 2007

Alzando la voz

Vale para pasar el rato y ya está. Sherk the Third, una película de niños para adultos. Así es como la definen los expertos. Una de sus atracciones son las voces que prestan actores famosos como Eddie Murphy, Cameron Díaz, Mike Meyers, etc. Me pregunto cómo la traducirán al español sin perder esa singularidad. Mención especial para el acento britanísimo del malo de la película (en voz de Rupert Everett) y para el pícaro gato al que Antonio Banderas presta sus cuerdas vocales. Ahí es nada, un malacitano poniendo la voz en inglésa un gato en una película de dibujos animados hollywoodense. El tipo se lo ha currado hasta llegar ahí, no?

Suelo seguir con interés algunos de los famosillos españoles que han puesto una pica en Flandes cuando hablan en inglés. Escuchas a Penelope Cruz y es decir "que me la envuelvan, que me la llevo". Las ruedas de prensa de Fernando Alonso, doble campeón del mundo de F1, son en cambio (o sin este, como en Francia) un poco coñazo porque sigue el discurso corporativo y parece estar recitando un guión de memoria. Quien da bastante más juego, en todas sus acepciones, es Rafa Nadal. El chaval no se corta con su inglés de andar por casa y luego pasa lo que le pasa, que se mete en líos. Escribe un blog en el The Times, por cierto. Recuerdo que perdió un partido contra Berdych y le dijo “you are very bad” (eres muy malo – y eso que el checo ya le ha ganado tres veces!) cuando quiso decir ‘mala persona’ (que no sé si lo es, pero al menos lo parecía). O como cuando explicó ante los periodistas “I have pain here, in my famous ass” (tengo dolor aquí, en mi famoso culo”), que no me parece a mí un diagnóstico muy médico, no?

He notado con consuelo que los Nadal, Benitez (entrenador del Liverpool) y otros muchos españolitos sin popularidad alguna compartimos el mismo error cuando hablamos en inglés: terminamos la mitad de las frases en inglés añadiendo un coloquial “no?) (“We played very well, “no?”). Tanto es así que ya lo he visto utilizar con humor en algunos periódicos británicos… no?

lunes, 2 de julio de 2007

Sobre buitres y águilas

Están de mudanza en Downing Street. Toni le deja el pisito a Gordon. Se marcha un escocés y entra otro. Curioso, cambia el gobierno pero no se convocan elecciones. En este país votamos al partido, no al líder, me cuenta Darren. No como vosotros, ignorantes, le ha faltado añadir. Así que el nuevo presidente (primer ministro) está nombrando nuevo gabinete ministerial y yo me entretenía pensando qué ministro me gustaría ser si, por una casualidad, sonara el teléfono y me ofrecieran un puesto en el equipo.

Ministro de Turismo, eso es. A ver si aprendo algo para exportarlo a la madre patria. Ya he contado más de una vez en estas páginas mi admiración por la habilidad que tienen los anglosajones para organizar un sarao de pago con cuatro piedras, un castillo medio derruido o un jardín temático. Les doy un ejemplo más.

Matamos un domingo reciente asistiendo a una
exhibición de cetrería. Ya saben, ese arte de amaestramiento de halcones, cernícalos y demás aves rapaces. Tuvo lugar en Maple Durham, a tiro de piedra de Reading, a orillas del Támesis (siempre el Támesis). Precio de la entrada: 6 libras (9 euros). Joder con estos águilas, pensé. Estuve a punto de soltar lo que un amigo le espetó a la vendedora de entradas del Zoo de Madrid hace más de quince años, alarmado por el precio de la entrada: “Señorita, por ese precio tengo derecho a llevarme un animal, verdad?”


Resulta que no era por la exhibición en sí sino, sutilmente, por la entrada a los terrenos y el derecho de visita a su mansión de quinientos años con olor a naftalina (testigo de varias películas de Hollywood - la más conocida “The Eagle has landed” con Michael Caine), a su muy bien conservado molino de agua y a su huerto mustio. Afuera, en un cuarto bien aprovechado se ofrece té y pastelitos, la tienda de regalos es la puerta contigua. Ni que decir tiene que volví a casa unos 20 euros más pobre aunque, eso sí, entretenido y satisfecho. Se imaginan la cantidad de rincones romanos, árabes, medievales, napoleónicos, etc en nuestra piel de toro que se podrían explotar pero que están abandonados de la mano de Dios? No sabemos lo que tenemos.

Sin ir más lejos, para comprobar lo que digo y ahora que se cumplen los ochocientos años de la publicación de ‘
El Cantar de el mío Cid’, sugiero que visiten Vivar (provincia de Burgos), pueblo cuna de El Cid Campeador, héroe medieval inmortalizado al cine por Charlon Heston y , que para sí quisieran en este país. No esperen ver tiendas de recuerdos o de productos gastronómicos típicos, ni parking de pago, ni visita a su casa restaurada, ni guía de audio recreando su vida, Vayan, vayan, que cuando hayan dado dos vueltas a la plaza del pueblo, verán que no merece la pena bajarse del coche ni para ver su solitaria estatua ni el pobretón cartel que anuncia el Km O de su ruta conquistadora hasta Valencia.

En fin, me temo que en muchos sitios sobran buitres y faltan águilas.