miércoles, 28 de febrero de 2007

Por verbigracia (tercera parte)

Ayer decía que el inglés es más vivo cuando jovenzuelo que los jasp mileuristas españoles porque se emancipa antes. La consecuencia negativa, observo, es que esa emancipación temprana convierte a muchos en huérfanos (correspondencia que, curiosamente, no parece darse en los países escandinavos).

Huérfanos de qué? Huérfanos de lazos familiares, de círculos sociales más profundos, de una disciplina afectiva y, en definitiva, de unos valores que, en España, el apego - obligado o no - a la familia nos inculca. En el Reino Unido las tasas de divorcio rondan el 40%, el número de adolescentes embarazadas es de escándalo, al igual que los chavales obesos y los retoños infelices, como el estudio de Unicef mostraba. A propósito de esto último un tertuliano relataba en la tele que el taxista paquistaní que le llevó al plató le había contado que, a diferencia de lo que pasa aquí, él había tenido muchos tíos cuando era pequeño. Por tíos quería decir no sólo la familia carnal sino también vecinos, amigos de sus padres, etc., con los que se relacionaba y de los que aprendía.

Yo supongo que la familia española fue también un pilar fundamental en unos tiempos no muy lejanos cuando la inflación estaba al 13.6% (1982, el Mundial del Naranjito) y cuando la tasa de desempleo llegaba a 24 de cada 100 personas en capacidad de trabajar (1994, tras la resaca de los festejos de la Expo y las Olimpiadas). Por aquel entonces una misión económica japonesa viajaba por España y se preguntaba incrédula como no se producía una revolución social. Seguíamos llenando los restaurantes y yéndonos de copas, que donde comen tres, comen cuatro, y que lo bien repartido, bien sabe. Los sacrificios y subsidios de la familia mantenían a muchos con la cabeza por encima del agua y, mal que bien, disfrutando de la vida.

Con esto me quito la chistera de sabiondo e, irónicamente, quien ha pasado la mitad de su vida alejado de las lentejas caseras termina la loa a la familia española con este soliloquio de tres partes. Menos mal que tengo este espacio; si no, me encontraban hablando con las paredes.

martes, 27 de febrero de 2007

Por verbigracia (segunda parte)

Continúo donde lo dejaba ayer y me pongo el sombrero de experto sociólogo de la COPE con la vanidosa esperanza de sentar cátedra.

Tanto en España como en el Reino Unido la educación obligatoria llega hasta los 16 años y los estudios universitarios empiezan a los 18. A partir de ahí, empiezan las diferencias.

Desde el día que un jóven inglés entra en la universidad, éste contrae una deuda con el banco, quien financia sus estudios, alojamiento y manutención (a tipos de interés benignos). El jóven termina los estudios, consigue su primer trabajo y es entonces cuando empieza a pagar el préstamo en cuotas mensuales al banco. De ahí que muchos estén en números rojos por varios años, haciendo malabares con sus finanzas. Ocasionalmente, los padres puede que le “echen una mano”. Digo “ocasionalmente”.

Aquel que no entra en la universidad, consigue un trabajo en una tienda, un garage, un hotel, es conductor, albañil, etc. Entonces, ojo al dato, es práctica habitual que la familia le pida que contribuya con una cuota mensual a los gastos de la casa. El mensaje es claro: lavandería, cama, comida, etc. tiene su precio y el imberbe, que empieza a ser financieramente indepediente, debe pagar por las comodidades que le prestan. No es de extrañar tampoco que muchos prefieran salir de casa y compartir piso para gozar así de mayor independencia personal por, prácticamente, el mismo precio. Yo he vivido aquí con algunos de éstos.

Qué es lo que pasa en España? Lo sabemos todos, por experiencia propia o ajena. El universitario pasa unos cinco años estudiando, mayormente a cuenta del erario público, y disfruta del copeteo los fines de semana, la gasolina del coche y las vacaciones en Nerja a cuenta del sudor del padre de familia, la pensión de la abuela y las contribuciones del tío soltero que ocupa la habitación del fondo. Aquel que previó que la universidad le llevaría al desempleo, buscó trabajo, compró coche nuevo, abrió una cuenta vivienda y siguió disfrutando de las comodidades del hogar paterno con la abuela y el tío soltero.

En consecuencia, rizando el rizo de la simplificación de mi argumento, el jóven inglés aprende a defenderse antes y más deprisa de las vicisitudes de la vida, que a la fuerza ahogan, al contrario que su colega español, más acomodadizo y, a veces, indolente.

Me empiezan a zumbar los oídos: que los sueldos son bajos, el mercado de trabajo limitado y la vivienda muy cara en España? Excusas me parecen, pero no seré yo quien le ponga el cascabel a ese gato, que cada uno hace de su vida lo que le place y le da la real gana. Para moralinas ya tenemos al Papa.

Entonces, todo esto les hace ser mejor a los polluelos de la pérfida Albión? Pues no exactamente, que toda moneda tiene su cruz y de aquellos vientos vienen hoy estas tempestades. Pero esto lo dejo para el capítulo final de esta trilogía, que algo de caña habrá que darles.

lunes, 26 de febrero de 2007

Por verbigracia (primera parte)

El bueno de Jorge Abe., que es muy versado en leyes, teme que me vayan a echar de este país el día que traduzcan al inglés este blog. Que les doy mucha caña, dice. Nada más lejos de mi intención. Uno se encuentra muy a gusto en esta islita y de bien nacidos es ser agradecidos, que está mal morder la mano del que te da de comer. Un día es una de cal, otro es una de arena. Hoy toca la de cal.

Una de las cosas que más admiro aquí es su querencia por el debate. Una imagen del Parlamento inglés vale más que mil palabras. Todos están apretados, casi incómodos, los líderes se manifiestan a tres metros de distancia. Los abucheos son comedidos y a veces no hay disciplina de voto: el líder de un partido también tiene que convencer a los suyos.

En contraste, el hemiciclo del Congreso de los Diputados en Madrid parece un campamento de vacaciones, con el orador en la lejanía, sus señorías sentados en grandes butacas, jugando con la Internet, votando como borregos lo que el jefe ordena sin importar que contravenga las razones por las que originalmente los ciudadanos de su localidad les eligieron. Servidores de lo público, se dicen llamar.

A mí me parece que el joven inglés se encuentra bastante más cómodo en el altercado verbal y es más articulado en la presentación de sus argumentos que el español, éste todavía acostumbrado a subyugarse a posiciones más autoritarias (llámese cura, padre, profesor, guardia civil…). El inglés lleva pagando facturas desde los dieciséis años y eso se nota en las lides dialécticas. Más sobre esto mañana...



viernes, 23 de febrero de 2007

Una de romanos

El Director General de esta parte de la empresa que se vende nos congrega cada dos semanas para ponernos al tanto sobre lo que las más altas instancias están pergeñando contra nosotros (él incluido). Hoy tocaba. El hombre sale de su despacho y la gente se arremolina a su alrededor expectante, con ese ánimo gregario del “nosotros contra ellos”. El tipo parece que le ha ido cogiendo el gusto a estas arengas quincenales y cada vez más me recuerda al Russell Crowe en “El Gladiador”, allá en el coso romano, dirigiendo las embestidas de sus compañeros esclavos ante el fragor de las masas.

Nuestro general romano nos exhorta: “buscamos un nuevo padre (sic)”, “estoy orgulloso de vuestro trabajo”, “permanezcamos juntos y sobreviviremos”. Hay caras de aprobación. Tengo una francesa cerca que está a punto de tirarle las bragas y que parece murmurar entre dientes lo de los tres mosqueteros: “Uno para todos, todos para uno”. Mientras, yo consigo contener de milagro un “Del barco de Chanquete, no nos moverán!” que aquí cada uno saca lo que ha aprendido en edad escolar.

El Maximus Decimus Meridus inglés dice que no puede contarnos mucho porque ha firmado un contrato de confidencialidad. Digo que yo que para decir eso mejor se quede con la boca cerrada y no joda. Claro, que eso me lo he dicho yo a mí mismo, no vaya a ser que me tiren a los leones.

jueves, 22 de febrero de 2007

Limpieza

Camino hacia la oficina y observo, una vez más, que las calles de esta ciudad están sucias. Recuerdo también que esta es una visión relativamente normal en este país. Así que entro a la oficina y voy derecho a buscar el presupuesto municipal de Reading en la internet y comprobar dónde se gastan mis impuestos. Algunos se preguntarán si no tengo algo mejor que hacer. Pues no.

Leo que se gastan al año 13.5 millones de euros en recogida de basuras y limpieza de calles de este municipio. Como somos unos 145.000 vecinos, eso da un gasto de 93 euros por cabeza. Reténgan el dato en la memoria.

He cogido una ciudad española al azar. Por ejemplo, Vitoria-Gasteiz, que dicen tiene fama de pulcra y cuidada. Allí se gastan 20 millones de euros y son casi 230.000 habitantes. Esto nos da 87 euros de gasto por habitante. Los gastos de las dos ciudades son casi parejos.

Algo no cuadra. En Reading se recoge la basura una vez por semana; en Vitoria seis veces por semana. En Reading (y en todo el Reino Unido) no abundan las papeleras; en Vitoria las papeleras están por doquier y son de diseño. En Reading ya no se ven madres que pegan coscorrones a su hijos diciéndoles “no se tiran las cosas al suelo”; a mí aún me duele la cabeza.

Conclusión: aquí las cosas son más caras y son más guarros. Y no tienen madre.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Pasaporte atómico

Acabo de recibir una llamada de otra agencia de trabajo. Querían mandar mi curriculum para un puesto en el Instituto de Armamento Atómico del Reino Unido. “Pero que coño pinto yo ahí?” me preguntaba silencioso al teléfono. El instituto ese esta cerca de casa y pagan bien. Todo sea por la hipoteca.

- Es el sueño de mi vida. Qué puedo hacer por Vd.? (How can I help you, que dicen por aquí con tono meloso y mirada hipócrita)
- Por la propia naturaleza del trabajo, antes necesitamos hacerle unas preguntas. Cuestiones de seguridad.
- Adelante, soy un libro abierto - respondo frotándome las manos ante la posibilidad de tener el botón rojo a mano y mandar un pepino tras otro a unos cuantos indeseables.
- Edad? Estado civil? Posee casa en propiedad? Tiene coche? …
El bombardeo de preguntas era infinito, todas de dudosa legalidad dada la legislación europea vigente. La ley dictamina que no se puede discriminar por razones de edad, sexo, etc. etc. por lo que ese tipo de preguntas sobran y ellos lo saben.
- Nacionalidad?
- Española
- Sólo española?
- Como que “sólo española”? No le parece bastante?
- No tiene tambien la nacionalidad británica?
- Pues no, para qué quiero yo la nacionalidad británica?
Eres español y la gente piensa en Antonio Banderas, Gasol, Picasso, playa, tapas, vino de Rioja, toreros, Barcelona. Eres británico y la gente piensa en …. hoolligans, Camila Parker-Bowles, lluvia…
- Y la piensa obtener?
- Pues va a ser que no.
- Entonces me temo que no podemos mandarles su currículum porque el puesto sólo es para británicos. Es por temas de seguridad.
- Pues vale.
- Definitivamente no esta pensando en obtener la nacionalidad británica, verdad?
- Que no, joer. (Not, I’m afraid)
- Gracias por su tiempo.
- A usted. Vaya con Dios.

Y viva Penélope Cruz. Envidioso.

domingo, 18 de febrero de 2007

Cuatro bodas y un funeral


El fin de semana fue muy social y su pináculo fue la comida con la que nos agasajaron Paul y Charlotte el domingo. Mantenemos una buena amistad con ellos, aún viva después de asistir a su boda y pasar por uno de los momentos más embarazosos de mi vida en este exilio voluntario.

Aún hoy lo recuerdo con dolor. Fuimos convidados a la ceremonia religiosa en un coqueto pueblecito del suroeste de Inglaterra para más tarde asistir a una recepción nocturna. El evento tenía todos los ingredientes de un bodorrio: ellos de chaqué, ellas con pamelas, damas de honor a doquier, Rolls Royce en la puerta, y nosotros dos, representantes de la España divisible con buen rollo y de la Europa del euro, aportando el toque internacional al asunto.

Terminó la ceremonia, sacamos las fotos de rigor y abordamos un magnífico autobús rojo de dos pisos - como esos que circulan por Londres - que nos condujo por caminos agrestes hasta un paisaje idílico de la Inglaterra rural coronado por un palacio. Y allí estaba yo, paseando por los jardines de la finca en plan Hugh Grant en “Cuatro bodas y un funeral”, sumido en pensamientos del estilo “hay que ver qué bien se lo montan estos cabrones”, cuando vuelve mi media naranja de curiosear por los alrededores y murmura alarmada: “Me parece que no estábamos invitados a esto”. Tierra trágame.

Entonces todo encajó perfectamente. Teníamos que haber tomado otro autobús que partía cuatro horas más tarde con otro grupo de invitados. El banquete era para la familia y los muy allegados. A nosotros nos faltaba el “muy”. Allá estábamos, a kilómetros de la civilización, en la cima de una colina sin posibilidad real de darnos la vuelta. “Me caguen la sota de oros, los autobuses de rojo, la letra pequeña de las invitaciones de boda y el árbitro egipcio del España-Corea del Sur.” De perdidos, al río. Tocaba buscar al padrino, presentar nuestras más sinceras disculpas, bajar la cabeza, enfundarse las orejas de burro y escribir en la pizarra mil veces “Soy tonto, soy tonto, soy tonto”.

“No hay problema, todo está arreglado” dijo el padrino condescendiente, entre divertido y resignado. Ya le habían percatado de la situación. Para entonces hasta en Scotland Yard estaban al tanto de nuestra ingenua metedura de pata. Nos sentaron en lugares separados, a mí con las íntimas de ella y sus maridos o prometidos, suportando inmóvil las sutiles estocadas inmisericordes de éstos, que hubo un tiempo que uno las dio a mandobles pero aquel día tocaba recibirlas. Quien a espada mata, a espada muere.

Pero todo estuvo a un tris de ir a peor. De sobra es conocida la afición de los ingleses por las apuestas y, en aquella ocasión, la excusa era adivinar cuánto duraría el discurso del padrino. Se recaudaron más de 100 libras (150 euros) que serían para aquel que quedara más cerca. Mi pronóstico quedó anotado en 8 minutos y 49 segundos.

A los postres, el padrino leyó nervioso el discurso y la expectación a su término era patente. Tiempo oficial: 8 min. 43 seg. Enterré la cabeza en mis manos y me dije “No puede ser, encima de haberme apuntado de gorra a la fiesta, me llevo su dinero. Aquí me linchan”. Cuál fue mi sorpresa cuando se pronunció el nombre del ganador, que resultó ser una chica que dijo 8min. 40 seg. Nunca quedé más aliviado por haber dejado escapar la oportunidad de ser un poco menos pobre.

viernes, 16 de febrero de 2007

Solucion a la adivinanza


Enhorabuena a todo los acertantes.

Tenemos a Paris Hilton hasta en la sopa.

Niños infelices

Unicef acaba de publicar un informe sobre el bienestar de los niños en 21
países del mundo desarrollado (20 en Europa más EE.UU.). Han confeccionado
un ranking en base a seis criterios: bienestar material, salud, educación,
relaciones familiares, comportamiento y bienestar subjetivo (algo así como
lo que piensan los niños mismos de su vida).


Holanda encabeza de la lista de países con niños felices, seguida de
Suecia y Dinamarca. España es la quinta (que está muy bien pero, como
siempre, nos quedamos en los cuartos de final) y el Reino Unido es el
último del ranking, justo detrás de EE.UU. El informe ha tenido bastante
cobertura periodística por aquí. Entre otras, las
conclusiones son que, en buena
proporción, muchos niños británicos van camino de ser obesos, fuman y se
emborrachan a una edad muy temprana, viven en familias rotas, en entornos
pobres, con pocas aspiraciones y creen que su vida es bastante miserable.

Por mal camino van. Como dirían los mayores, "con semejantes mimbres no se
pueden hacer grandes cestos".

miércoles, 14 de febrero de 2007

Amanece, que no es poco

Aquí huele a muerto y yo no he sido. En esta oficina se está cociendo algo y no tiene pinta de ser algo bueno. Uno ya va desarrollando esa clase de instinto, como el vaquero que se acerca a la fogata abondonada y dice eso de: “Han marchado hace cuatro horas”, o el cazador que se inclina ante las huellas de la futura presa y afirma: “Está cojeando”.

Escribo esto y me acuerdo de Ben, un chaval inglés, deportista, bellísima persona, con el que compartí piso hace siete años en Escocia. Ben pasó un año en la selva africana analizando las cagadas de los gorilas y su impacto en la dispersión de semillas de las plantas. Ahí es nada, tiene que haber gente para todo. Ben dejó Escocia para pasar un año en Australia y al cabo de un par de meses recibimos la noticia de su fallecimiento. Lo encontraron muerto de un infarto cerebral en una playa paridisíaca. No es justo, a los buenos se los llevan de esta vida y los ‘De Juana’ de turno queriendo dejarla sin dejarnos vivir.

En fin, a lo que iba, que me pierdo. No es que se aprecie estres en las caras, al contrario, es que hay risotadas y distensión entre los jerifaltes. Los directores no dirigen, la moby maerks está más callada que de costumbre, muchas reuniones se cancelan, los australianos han desaparecido… El mundo al revés. “Salga el sol por Antequera y póngase por donde quiera”.

martes, 13 de febrero de 2007

Hospitalidad española

Me llamó un amiguete español hace unos días preguntándome si conocía a algún fontanero de confianza. “Me temo que no y, solo de pensar en la visita de uno, me tiemblan las piernas”, le dije desconfiado. Un par de días más tarde me comentó su experiencia.

Llamó a dos, uno le cobraba 50 libras (75 euros) y otro 30 (45 euros) por media hora de avería e hizo venir al más económico. Mientras el tipo se entretenía en la reparación, suele ser cortesía ofrecer una taza de té y la consabido retahíla de “con leche-y-azúcar? Sí-por-favor, muchas-gracias, no-hay-de-qué”. Pero quién dijo aguachirri cuando se trata de un hogar español. Allí estaba mi amigo cortando jamón y queso de tetilla, y el sujeto, en la cincuentena, de Liverpool, católico de origen irlandés – no como estos herejes -, recordando la primera vez que fue a España en 1967, sus frecuentes visitas a Nerja, y cuánto ha cambiado, que vaya carreteras que había entonces y quién reconoce ahora el aeropuerto de Málaga.

El fontanero, cuyo nombre desconozco, se marchó hora y media más tarde tras animada conversación, bien comido y bien bebido, y me juego las pesetas a que ese día, con los amigos en el pub, les contaría la historia de tan entrañable hospitalidad, apuraría su pinta de cerveza y concluiría “qué bien viven los españoles y qué buena gente son”. Para muestra, un botón.

lunes, 12 de febrero de 2007

Sobre otros sujeta-puertas

El gallego-cordobés y un servidor salimos del gimnasio el sábado a media tarde y decidimos ir a hidratarnos rápidamente, que es lo que recomiendan los expertos después de haber practicado un trote cochinero durante media hora mientras veíamos el partido de fútbol en el canal de pago que no tenemos en casa. Y qué mejor hidratación que una pinta de cerveza antes que agua, que es para las ranas y los peces que nadan bien, y además no sabe a nada.

Paramos a repostar en un garito desconocido para mí, el Jazz Café, un local enclavado en el Madjeski Stadium (el estadio de fútbol del Reading CF), y por ende, de buena reputación. El local estaba prácticamente desierto, recién abierto. Nos recibe un negrito en la puerta, un Eddie Murphy pero más esmirriado:
- Vosotros sois los músicos? – nos pregunta
- Pues no – respodemos sorprendidos. "Que Dios te conserve el oido porque la vista ya la has perdido" pensaba yo para mis adentros. Queríamos entrar a tomar una cerveza - añado.
- Esperad un momento – y desaparece detrás de una puerta “para preguntar”.
En el norte de este país dirían muy sutilmente que el tipo era “a sandwich short of a picnic” (un picnic escaso de sandwiches) y en el sur que“the lift does not get to the top” (el ascensor no le subía hasta la cabeza). O sea, que no era el más listo del lugar, precisamente.
Así que esperamos para ver qué excusa del catálogo se sacaba de la chistera para no dejarnos entrar.
- Son 5 libras (7 euros) por cabeza por entrar – dice el mandado al volver. Diez libras que, por supuesto, irían directamente a su bolsillo.
- Pero vamos a ver… replicamos al unísono en plan Faemino y Cansado. Y ahí caemos en el error de intentar hacer entrar en razón a un portero de club, un esfuerzo baladí.
Aparece otro negro, este ya más corpulento, y señalando a Diego, espeta:
- Tu no puedes entrar, que llevas camiseta.
Esta es la segunda excusa más popular. Y si no, es que llevas zapatillas, o vaqueros, o sois dos varones juntos y mejor que vengais mezclados porque si no estais buscando pelea, o te piden el DNI que nadie lleva encima, o no estas en la lista de invitados, etc. etc. etc. Porca miseria.

Entonces vacilamos por un segundo entre mentar a su madre y meternos en problemas o hacerle la cruz al sitio y no aparecer nunca más. Esto último hicimos, que ninguno de los dos somos muy veloces en las distancias cortas, y nos fuimos con la música a otra parte.

viernes, 9 de febrero de 2007

Orgullo torero

Me acaba de llamar una agencia de selección de personal porque les ha gustado mi currículum y quieren enviárselo a una empresa con la esperanza de conseguirme una entrevista. Ya me han alegrado el día, que se vislumbraba apático. La empresa está relativamente cerca, lo que es muy conveniente. Aún recuerdo la pesadilla de un largo viaje que hice hace años para una entrevista de trabajo

Viajaba en tren de Edinburgo a Birmingham. Nos desviaron a mitad del trayecto porque dos trenes habían colisionado en la misma ruta. Lo que en principio era un trayecto de cuatro horas largas se convirtió en ocho y, para entonces, llegué tarde a mi cita. Tan tarde era que no había trenes de vuelta a casa, así que tuve que buscar un hostal con lo puesto. Casualidades de la vida, la selección española de futbol jugaba contra Inglaterra en Birmingham y sólo pude encontrar un hotelillo de mala muerte en el quinto pino. Presencié la derrota de la rojigualda en el pub de aquel antro, tapándome la boca cuando tosía no fuera a ser que el acento me delatara.

A la mañana siguiente volví al centro para cambiar el billete de vuelta y llamé a la empresa para presentar mis disculpas. Estos, simpatizando con mis desventuras, accedieron a verme en el plazo de media hora. Mal acicalado, compré espuma de afeitar, una cuchilla y me metí en los baños de la estación de tren para prepararme. No esparaba encontrar allí un guarda de seguridad por lo que me metí en uno de los cubículos y me afeité con el agua de la cisterna del inodoro (desde entonces también me llaman MacGyver). Al salir, fue mirarme en el espejo y apreciar la carnicería que me había hecho y los hilillos de sangre que corrían por el cuello de la camisa. Rápidamente tuve que comprar otra atuendo y acudir a la entrevista con mas cuchilladas que El Lute.

El encuentro fue mejor de lo esperado, dadas las circunstancias, y al cabo de un par de semanas me llamaron ofreciéndome el trabajo. Lo rechacé porque ya me había compremetido con otra empresa, aunque siempre me quedó la satisfacción del deber cumplido en la batalla, supongo similar a la que siente el torero al que le han pegado una cornada y que sigue en el ruedo hasta dar la estocada final.

No se confunda el lector por el final feliz de aquella aventura porque, como con las historias de la puta mili, uno recuerda lo bueno y olvida rápidamente lo malo; que han sido muchas las negaciones (laborales) que uno ha recibido por los descendientes de San Pedro y no habría suficiente espacio en estas páginas para contarlas.

jueves, 8 de febrero de 2007

Inglaterra 0 - España 1

Una de las principales tareas que me encomendaron en este nuevo trabajo fue la de re-enviar un correo electrónico diariamente a 25 personas. Qué gran responsabilidad! Cinco años de carrerra universitaria, no-sé-cuántos más partiendome la cara por ahí y mi vida laboral gira en torno a un puñetero e-mail. Igual es que me vieron cara de tonto. Al menos no me pusieron la fregona en las manos.

Para retar mi intelecto en tal descomunal tarea, decidí aportar un granito de arena por cuenta propia. Cada vez que envío el correo electrónico, incluyo una frase cargada de sabiduría de alguien célebre y así intento inspirar y motivar a mis esforzados colegas. Por ejemplo, una selección de frases que he enviado hasta ahora es como sigue:

  • “Lágrimas y sudor son ambas saladas pero generan distintos resultados. Llorar te genera afecto, sudor hará que cambies a mejor.” (Jesse Jackson)
  • “Coraje es lo que se necesita para levantarse y hablar públicamente. Coraje es tambien saber cuándo sentarse y escuchar.” (Winston Churchill)
  • “Aquellos que no quieren imitar nada, producen nada” (Salvador Dali)
  • “La diferencia entre involucrarse y comprometerse es como el jamón y el huevo. La gallina se involucra, el cerdo se compromete” (Martina Navratilova)

Hoy, en cambio, me he tomado una licencia. Todavía henchido de orgullo por la victoria de la selección española de fútbol sobre la inglesa en Manchester, he evitado restregar el resultado en sus caras y, sutilmente, he reenviado el email diario acompañado de la siguiente frase:

  • “There are more important things in life than football – for example, international football” (Ollitsac Reivaj)

Que viene a traducirse algo así como: “En la vida hay cosas más importantes que fútbol - por ejemplo, futbol internacional”, incluyendo también mi nombre escrito al revés como autor. Ha nacido un sabio más. Me he sentado entonces a esperar las reacciones de los bravucones que ayer se frotaban las manos para degollarme sin piedad esta mañana.

Minutos más tarde se ha oido un ahogado y desenfadado: “Bloody Spaniards” (malditos españoles) que ha levantado varias cabezas en mi dirección, a lo que he correspondido mirando al ruedo con cara de angelito y sonrisa cochina. Seguro que a más de uno se le estaban llevando los demonios.

Uno cero y Casillas de portero.



miércoles, 7 de febrero de 2007

Clases sociales

Hace unas horas me encontraba justificando mi sueldo cuando una voz nueva, a mi espalda, me sacó del letargo matinal. Era una voz pija, pero no del pijo de Madrid, no un ‘o-sea, guay, te-lo-juro’, sino del tipo que uno ha aprendido a asociar con la cacería de zorros, el cricket, Windsor, las universidades caras, las peluquerías de moda, los padres ricos divorciados, el voto conservador, el imperio británico... Me giro con curiosidad y veo que se trata de un jovenzuelo con buena percha, dicharachero, ingenioso, que entretenía a la muchedumbre con su locuacidad. “Es muy brillante, tiene una mente superdotada, si no le das una trabajo difícil, se aburre y distrae a todo el mundo” – me confiesa la jefa. Este lo que es es un gilipollas – salta en silencio mi neurona más rancia española, siempre a la gresca, envidiosa, disparando primero y preguntando después.

Mientras que en España el acento te marca la región de dónde provienes y no pasa de recordarnos el sambenito regional que nos adorna (los andaluces son graciosos, los catalanes agarrados, los maños cabezones, etc.), en Inglaterra, el acento y ciertas palabras que uno usa delatan principalmente la clase social social a la que uno pertenece y ahí se establecen fronteras que uno a otro se encargan de recordarse sutilmente.

Quien les entienda que les compre.

martes, 6 de febrero de 2007

Vacas y coches

Pasamos el fin de semana buscando coches de segunda mano. Cuando empecé este trabajo me asignaron un coche de empresa –esta práctica es relativamente normal en este país; más de un millón de coches de empresa circulan por las carreteras inglesas – pero como me “recolocaron”, dijeron que me quitaban el coche aunque me lo dejaban tres meses más para que me acostumbrara al disgusto.

Tres meses después, decidí tentar a la suerte, no devolver el coche, y así comprobar cuándo se darían cuenta vistos los despropósitos que imperan en esta organización. Y en efecto, nadie se percató hasta que al nuevo jefe supremo se le ocurrió seguir recortando gastos y entonces apareció mi nombre, todavía en la lista de los ‘con-coche’. “Recordaremos a Javier que el plazo ha terminado y le preguntaremos cuándo va a devolvernos el coche” – escribieron en un correo electrónico. Nótese la educación y falta de mala hostia. Así da gusto delinquir. Entonces alguien me preguntó por la devolución del coche y me dieron ganas de pedir Gibraltar a cambio. Pero me contuve, correspondí con mirada de póquer y sin darle importancia ni dando explicaciones dije: “El miércoles”. Esto es lo que llaman aquí ser un “brass neck”(o caradura, en castellano). He tardado ocho años en aprender la técnica y eso que hay muy buenos maestros por estos lares.

En fin, vuelvo a la historia del fin de semana. Yo miraba los coches, los rodeaba con atención como mirándolos al trasluz, y recordaba a Raúl “el rapid”, antes vaquero y ahora albañil, cuando en sus tiempos de ordeñador de vacas me decía: “Ves ésta? Pues vale medio millón de pesetas”. Y yo, adolescente aún, miraba a la vaca, sus cuatro patas, dos cuernos, rabo y unas ubres del copón y me parecía igual a las otras veinte vacunas que apestaban aquella cuadra. Pues con los coches, igual.

Al final nos decidimos por la vaca con más papeles en regla y el vendedor que parecía menos mentirosillo.

sábado, 3 de febrero de 2007

Mejoras en el servicio

Bienvenido al nuevo entorno de “Vida y milagros en Inglaterra”. Renovarse o morir.

Algunas de las mejoras con respecto al anterior servicio son las siguientes:

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- Indice de la bitacora por materias (columna derecha)
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Las opciones que puedes utilizar para seguir al día esta bitácora son:

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Si necesitaras de cualquier aclaración, pregúntame!

viernes, 2 de febrero de 2007

Politicos entrometidos

Muchos aún recordarán el Prestige, aquel petrolero que se desangraba ante las costas gallegas y al que paseamos por el Atlántico, lo intentamos meter en augas portuguesas para quitarnos el problema de encima y al final dejamos que se hundiera en plena mar para que los vertidos de su combustible causaran el mayor daño ecológico posible en nuestras costas. Nuestros políticos no dejaron el asunto en manos de los expertos y no hubo el corage de seguir el protocolo marino, encallar el barco en un puerto para controlar la catástrofe y así minimizar los daños. El capitán del petrolero pasó tres meses en la carcel y más de un año en arresto domiciliario por desobediencia porque él sí que quería llevarlo a un puerto pero le negaban la entrada. Todo esto ha sido muy bien documentado.

Hace diez días un
buque contenedor se estaba partiendo en aguas del Canal de La Mancha con el conseguiente riesgo de contaminación. Se dejó trabajar a técnicos ingleses y franceses quienes tomaron la decisión de vararlo a propósito en un pueblecito de la costa de Devon (Inglaterra). Los del pueblo están que trinan porque se tardará un año en limpiar la zona pero aquí nadie se ha disculpado. Se hizo lo que se tenía que hacer y así se ha evitado una catástrofe mayor. Ni un político apareció en escena.

A ver si aprendemos…

jueves, 1 de febrero de 2007

Lo que necesitas es amor

Ando ocupado últimamente, trabajando. Me han pedido ayuda en un par de proyectos. Mi cara debía ser un poema cuando accedí a hacer un hueco en mi apretada agenda, entre escribir el blog, buscar trabajo y hacer un par de cosillas personales más. Y ahora son todo “thank-yous”, “qué tipo tan cojonudo eres” y “apreciamos tu valiosa ayuda”, que son respondidos por mi parte con un “por la reina Isabel, faltaría más”, “todos estamos en el mismo barco” y “daría una mano y parte del brazo”. Todo muy inglés. Me parece que voy a pedir un aumento de sueldo.

Hoy he tenido la appraisal (evaluación) anual, donde el jefe – jefa en este caso – revisa el grado de cumplimiento de tus objetivos, se interesa por tus intereses (profesionales) y te pregunta qué puede hacer por ti si algo te inquieta. Tengo jefa y amiga por el precio de uno. Porque aquí hay que tratar al empleado con amor, cuidar de su desarrollo profesional y tener en cuenta su situación personal. Al menos eso es lo que dice el formulario que uno y otro rellenamos para el archivo oficial de la empresa. La primera vez te lo crees todo y luego uno descubre quiénes son los Reyes Magos, el ratoncito Pérez y quien de verdad se acostaba con Heidi.