viernes, 8 de febrero de 2008

Ensayos de partero - parte 1

Esto de hacer un máster express en labores pre-natales inglesas me tiene con el sentido del tiempo desorientado y con la pluma poco afilada.

Eramos ocho parejas embarazadas en un impoluto gimnasio de un centro cívico en Reading. La estampa me recordaba a antiguos (y fallidos) intentos de mejorar mis dotes bailarinas y donde al cambio de canción pide cambio de pareja y uno se encuentra rezando: “La gorda, no, que no me toque la gorda desdentada”. Claro que en esta ocasión, allí todas estaban gordas y ya tiene uno suficiente con los humos de la suya como para preocuparse por los incendios de las de los demás.

“Esto del parto es la primera experiencia para los todos aquí reunidos?”, preguntó la profesora-comadrona esperando la confirmación expresa del personal. Entre el cabeceo afirmativo de los presentes yo alzo la mano orgulloso y digo: “Esta va a ser mi tercera vez.”. Se hizo un silencio que se podia cortar con una navaja de albacete, sin mencionar la cara de mi media naranja, más palida que la del cura de la película El Exorcista.

“Yo ayudé a parir a dos vacas en Rebollar de Ebro, así que esta va a ser la tercera (no vaca, sino vez) si es que valen lo mismo”, expliqué. Y ante la perplejidad general, tomé la venia sin permiso y pasé a compartir mi primera experiencia como partero con el detalle que contaré mañana.

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