El humor inglés es diametralmente opuesto al hispano. Sus chistes son cortos, agudos, algo semidesnatados y desprovistos de carcajadas sonoras. Los llaman one-liners (de una línea) Un mal ejemplo sería este: “Qué es una oveja sin patas? Respuesta: una nube. O este otro: "Sea bueno con sus hijos porque ellos eligirán su residencia de ancianos". Mientras nuestro protagonista español asiste al intercambio de “on-liners” pensando: Vaya gilipollez de chistes.
También son populares muestras de humor inglés las expresiones cortas, espontáneas, punzantes, dichas con cara de póker, que describen con ironía o sarcasmo lo que sucede en un momento dado. Humor de personas inteligentes (o de cobardes, según la generosidad con la que se mire). Un ejemplo de esto es lo que Margaret Thatcher, levantando la mano distraidamente, dijo a uno de sus rivales politicos que pasaba al lado suyo durante una cena de gala: “Camarero, un whisky con hielo, por favor”. De esa forma, denigraba públicamente a su oponente y también se reía de la mala elección de su vestimenta.
Así que se imaginarán la escena cuando mi paisano anónimo pega un brinco, logra la atención de sus ebrios contertulios ingleses en el pub y comienza el chiste “a la española’” diciendo:
“Erase una vez un matrimonio que estaba decidiendo qué hacer de comida. Deciden comer caracoles y entonces el hombre va al mercado a comprarlos”.
La audiencia asiste perpleja al relato, insegura sobre si lo que está escuchando es una experiencia personal o algo que ha aparecido en las páginas de sucesos de los periódicos. El chiste se interrumpe cada dos por tres porque algunos no han entendido la pronunciación inglesa de “caracoles” o “mercado”. Cinco minutos más tarde y solucionados cualquier malentendido.
Todo esto se cuenta con gesticulación grandilocuente y traducciones imposibles. A esas alturas, algunos ingleses se estarán partiendo de risa - no por el chiste en sí, sino por lo cómico que resulta el cuentachistes - otros tantos estarán mirando el partido de fútbol en la television del pub y unos pocos áun asistirá boquiabiertos al espectáculo gratuito.“El hombre se encuentra con un amigo en el camino y paran en un bar a tomarse una cerveza, y después otra, y luego otra…
“Diez horas más tarde el hombre vuelve a su domicilio con una cogorza de aupa. Dentro de casa, la mujer está que se sube por las paredes, jurando matar a su marido en cuanto aparezca por la puerta”.
“El hombre suelta los caracoles en la puerta de casa y toca el timbre. Cuando la mujer abre la puerta encuentra a su marido exhortando a los caracoles: Vamos, vamos, que ya casi hemos llegado”.
El chiste ha concluido y no se oye una carcajada. Es entonces cuando los efectos depresivos del alcohol empiezan a hacer efecto en nuestro protagonista, quien se dirige a la barra del bar a pedir la séptima mientras jura para sí mismo odio enterno a la reina (la de ellos, se entiende).
4 comentarios:
Jajaja!!
Qué chiste más malo!! Me encanta!!
Me siento muy identificada con la situación que describes. Me ha pasado un puñao de veces estar intentando contar una anécdota / chiste a un amigo extranjero que no entendía ni papa de español y lo he dejado a mitad, porque entre la traducción chapucera y la diferencia entre nuestro sentido del humor y el de otros países (como no sea Italia) es tan grande que la vergüenza por la situación no me ha permitido continuar. Soy así de rajada que le vamos a hacer...
Marieta
Hola - gracias por el comentario. Ya imagino que somos miles (si no millones) los que hemos pasado / seguimos pasando por esto. Yo lo que he acabado haciendo es pulir dos chistes al ingles despues de muchos ensayos y son los que cuento cuando me ponen contra las cuerdas. Saludos cordiales, Javier
Pues instrúyenos y pon algunos de tus chistes pulidos por aquí :-))
Me sigue encantando tu blog y me parto con tus anécdotas.
Un saludo y suerte las próximas semanas!
Yo, Kent
Gracias por los buenos deseos kentiano!
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