martes, 7 de agosto de 2007

De vuelta al cole

Me había prometido a mí mismo que no iba a usar el nuevo trabajo como fuente de inspiración para esta bitácora pero ya se sabe que la tentación vive en el piso de arriba y lo que no es, no es y además no puede ser. Al fin y al cabo, uno pasa casi la mitad de su día preocupado por ganarse las lentejas rodeado de humanos y sus circunstancias, y estas y aquellos siempre dan mucho juego.

Vengo de pasar un par de días de “team building” o, como lo traduciría de forma más elaborado un diccionario español, de fomentar el estrechamiento de lazos personales con mis colegas para que nuestro entente laboral sea más productivo y satisfactorio. Desde luego, no hay como el idioma inglés para sintetizar las cosas de la vida.

El tema consiste en lo siguiente: se alquila un hotel majo -con spa, gimnasio, buenas vistas – se reunen setenta colegas que hablan de pájaros y flores, el superjefe muestra su lado más caritativo y femenino, luego viene el copeteo, la cena, la tajada, la divorciada acosando al casado, el director de turno bajándose los pantalones y gomorra y sodoma. Desde luego, no hay como un español para aderezar de cinismo las cosas de la vida.

La noche – que es lo que importa - era temática: school disco. Es decir, todo el mundo se viste como cuando en sus años escolares: ellos con pantaloncitos cortos, camisa blanca y corbata chica, elllas con faldas cortas, mucho maquillaje y accesorios coloridos variados. Yo, que tuve una infancia muy normal en pantalones vaqueros, no sabía muy bien qué ponerme y me decidí por unos pantalones largos de tela, camisa blanca y corbata. Aparezco en el salón de fiestas y la primera colega que se cruza conmigo me mira de arriba a abajo y exclama: ”Vaya, a los niños españoles los visten como banqueros”, a lo que yo respondo supervisandola de abajo a arriba y cuando de mi boca iba a salir un “Vaya, a las niñas inglesas las visten como putas” el sentido común (y la falta de alcohol) hicieron de la prudencia virtud y la sangre no llegó al río

Luego llegaron las serpentinas, el confeti, los azucarillos volando... En este tipo de fiestas no hay término medio: o se está dentro o se está fuera. Así que me decidí por lo segundo y y me retiré a mis aposentos con discreción, que una retirada a tiempo es una victoria.

Mañana continúo.

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