Algunos habrán visto las imagenes en el noticiero: las carreras de Ascot. La gente emperifollada - ellas de trapitos y pamelas, ellos de traje -, la corona apostando nuestros pesetas, la carroza real bajando desde Windsor ante el aplauso de los presentes.. Las fotos en el Hola, glamour a doquier. .. Y un rábano. Les cuento mi versión.
Aquello es una bacanal equina pseudoaristocrática. Un picnic de bocharrillos y borrachillas, para decirlo claro. La mitad aparenta – los que pagan la entrada cara ; la otra mitad – los que veíamos el espectáculo desde el gallinero - ni nos molestábamos en aparentar. Lo que menos importa son los caballos. Qué exageración, dirán.
No hace falta ir para verlo. Unicamente pululen en estas fechas por las estaciones de Bracknell, de Reading, de Waterloo o de otras muchas que recorra el tren con salida y llegada a Ascot y contar las latas de cerveza, las botellas de vino o de espumante que ruedan en todos y cada uno de los vagones, y el hedor a alcohol que impregna todo.
Glamour, je, je. Sólo por la tele.
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