jueves, 7 de junio de 2007

Escapada a Europa

Comienzo a escribir lo que sigue desde el aeropuerto de Bruselas y mucho me temo que los renglones me van a salir torcidos después de estar mojando la espera con un par cervezas en compañía de un colega eslovaco. Eslovaquia también existe, me informa.

No hay mucho que contar sobre Bélgica, conocida por dar al mundo chocolates caros y pedófilos redomados, así como sobre su capital, Bruselas, que vive de las dietas de los miles de funcionarios de la Unión Europea, y que a alguno le sonará por haber prestado su nombre a una variedad de coles. En fin, que esto no es Italia.

No obstante se agradece esto de hacer una visita fugaz a ‘Europa’ por eso de comprobar de vez en cuando que el sol calienta y el ser humano no es necesariamente antipático. Incluso una camarera se ha permitido gastarme una broma inocente y yo me he quedado con cara de pardillo, que hasta el humor se le acaba a uno agriando entre tanto anglófilo.

De vuelta a la ínsula, uno respira aliviado por no volver a la madre patria y tener que sufrir en el trayecto las vacas mustias del personal de Iberia y su denigrante actitud hacia sus clientes. Con suerte, los rumores se convertirán en realidad y los ingleses acabarán comprando la aerolínea insigna española y cepillándose a tanta masa laboral amorfa.

Aquí debo dejar esto, que se me va a desparramar sobre el teclado el whisky con coca-cola que las amables azafatas de British Airways me han colocado. También aprovecharé para usar los servicios de la aeronave y tirar de la cadena ahora que sobrevolamos Francia que, con un poco de tino, igual acierto a dar a algun granjero chupa-subsidios agrícolas comunitarios.

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