sábado, 23 de septiembre de 2006

Golf y naturaleza inedita

Llevo tiempo intentando dominar la practica del golf. Tarde un par de años en golpear la pelotita con regularidad, y otros tantos en hacerla volar. El problema ahora es que casi nunca va donde yo quiero. Y cuanto mas te cabreas, peor juegas.

En un alarde de autoconfianza ayer fui a un campo de golf con Chris, Graeme y Paul, antiguos colegas de BSRIA. Sus rondas no suelen ser tan entretenidas como la mia; ellos eligen la ruta mas corta y por ende aburrida. Yo en cambio, emulando al gran Seve Ballesteros, recorro los sitios mas insospechados del campo y me cruzo con serpientes, cervatillos, zorros y otros seres del reino animal que, a juzgar por sus expresiones de sorpresa, hasta ese momento jamas habian visto a ser humano alguno (ni, por descontado, golfistas). Otra ventaja de ser muy malo en este deporte es que como pasas tanto tiempo buscando tu bola acabas encuentrandote otras muchas que no tienen dueño. Tal acopio de bolas viene muy a mano cuando toca salvar el lago artificial (a mi me parece un lago pero es mas bien un charco grande) y generosamente deposito una tras otra en su fondo.

Lo major de la ronda viene al final, en el pub del club, cuando remomeras una y otra vez el unico golpe decente que compensa el agravio de los otros penosos cien que han ido erosionando tu autoestima hasta las profundidades de las fosas de la Marianas.

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