jueves, 30 de noviembre de 2006

Sujetando puertas

Se me pide que explique en qué se diferencian los hombres ingleses de los españoles. Obviando formas y volúmenes, solo se me ocurría el corte de pelo y el gusto por el tabaco de liar, así que planteé la preguntita capciosa a Karen, una inglesa compañera de trabajo, casada, casi en los 40 y, por lo que sugiere, con un pasado de vida alegre en el Madrid de los 90. Nunca he querido entrar en más detalles.

‘Los ingleses son más atrevidos’, sentencia ella sin apenas reflexion. ‘En el ligoteo, a vosotros os pasa como a la selección española de fútbol: que no chutais a puerta’. Explicate, love, que me estoy poniendo nervioso. Traduzco con sarcasmo lo que viene a continuacion. ‘Los españoles - continúa atrevida - sois encantadores y educados. Vais con una mujer, le cedeis el paso y le abris la puerta. Pasa ella y vosotros firmes, mirada estoica, viendola pasar con pose de verónica torera e indecisos si invitarla a un café o mejor al cine o a un paseo por el parque o… Mientras os decidis puerta en mano, se os cuela un inglés que por detras le ataca la yugular y a veces funciona y a veces no, pero ya le ha dejado la marca. Y vosotros ahí, todavía sujetando la puerta’.

Parece ser que de ahí viene el término
gilipuertas, digo.

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