martes, 5 de diciembre de 2006

Salvase quien pueda

Salgo de la presentación muy satisfecho. Los he dejado acojonados, todo el management team boquiabierto con mi propuesta. Suerte que tienen a alguien que va a poner esto en orden – suspiro inflado. Una hora más tarde aparece la jefa con cara de circustancias. “No trabajes más en eso, los australianos acaban de anunciar que nos van a vender”. Joder, qué cabrones, me digo. En esta empresa no me dejan en paz.

Se convoca reunión general de urgencia para salir al paso de los rumores. Una sala casi a oscuras, un frío del carajo, todos de pie evitando cruzarse miradas. Los nuevos dueños anuncian su voluntad de desprenderse de nuestra unidad de negocio (“dispose” es el término, hay que liar muy fino). No se sabe nada más, ni plazos, ni formas.
Para más inri el equipo donde estoy, de nuevo, es el eslabón más débil.

Que no cunda el pánico, sálvese quien pueda. Los españoles y los niños primero. Pies para qué os quiero.

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