miércoles, 20 de diciembre de 2006

Sentidos

Estoy preso del aburrimiento y la moral sube y baja como en un montaña rusa. La actividad es mínima y, mientras reactivo los contactos con agencias de trabajo, he podido leerme el informe oficial entero sobre la muerte de Diana. Ni estaba embarazada, ni fue asesinada, ni se iba a casar con Al-Fayed Jr. Qué decepción.

Compruebo que las situaciones de crisis en el trabajo agudizan, entre otras cosas, el desarrollo de los cinco sentidos. Me explico.

El Director de Personal, ligeramente a mi izquierda, sortea llamadas incómodas y responde a consultas sobre derechos laborales en caso de despedido mientras Moby Maersk no para de rajar. Murmura que su fiancee tiene dos secretarias rubias explosivas y que en más de una ocasión ha tenido que ponerle contra la pared por pasarse de la raya. No es que yo haya participado de la conversación, es que mi oreja izquierda empieza a parecerse a un satélite de la CIA. Eso es oido.

La jefa, a un par de metros, parece abrumada. Lleva tres días trabajando en una hoja de cálculo. Sospecho que intenta cuadrar números para despistar a los australianos y proporcionar al departamento unas bocanadas de vida más. Eso es olfato.

Un colega con más de 35 años de servicio a sus espaldas, rellena el formulario de jubilación anticipada. Eso es vista.

Un grupito de recién graduados se pelean por las migas de una tableta de turrón que traje esta mañana, dejando a un los típicos “
Christmas mince pies” locales. Eso es gusto.

Muy cerca mío, una compañera acaba de entregar su carta de dimisión. Cara enrojecida, conversación tensa y algún aspaviento. Me levanto discretamente y me ausento. Eso es tacto.

No hay comentarios: