sábado, 30 de diciembre de 2006

Papa Noel

Me resistí a pasar Nochebuena en Rebollar de Ebro porque en invierno hace mucho frío y no hay calefacción en la casa pero mis deseos cayeron en saco roto.

Rebollar de Ebro es una aldea (otros lo llaman pueblo) situada en el corazón del municipio de
Valderredible, provincia de Cantabria (Santander), la que era antiguamente la salida al mar de Castilla la Vieja. Rebollar tiene apenas cuarenta casas esparcidas a lo largo de una única calle cuyos vecinos se miran con desconfianza (como en todos los pueblos). El pueblo no tiene bares, panaderías, o tienda alguna - los suministros llegan en las furgonetas de los comerciantes – pero puede presumir de tener la tasa de natalidad más alta de la vía láctea. El pilón de la plaza alberga uno de los secretos mejor guardados de la comarca: aquella que bebe de su aguas queda embarazada. Mientras la España rural se despuebla, Rebollar de Ebro es una criadero de bebes.

Así que tanta fémina sedienta trajo consigo muchos retoños y desde hace tiempo se considera de recibo preparar con cariño la llegada de Papa Noel para repartir los regalos. Parece ser que los ecos de mis diatribas contra los australianos en Inglaterra llegaron a los oidos de mis mal llamados amigos y me ofrecieron disfrazarme de Papa Noel y así hacer mis pinitos en el mundo del espectáculo, que uno nunca sabe donde va a acabar.

La sesión se me hizo interminable por la cantidad de chavales que asistían – si Herodes hubiese pasado por allí habríamos terminado antes - por la generosidad de sus padres y por el maldito traje que era incomodo de cojones. El cansancio hizo mella y finalmente traicionó mi papel de benefactor cuando vi el último regalo, embutido en una bolsa de plástico al contrario que el resto de regalos, inmaculadamente envueltos.
- Quién es tu padre? – le pregunto al chaval
- Aquel de allí – responde temeroso
- Pues dile a tu padre que envuelva bien el regalo el año que viene, que no cuesta nada.
Y el pobre chaval se me quedo mirando atónito, como si le hubiese desvelado el tercer secreto de Fátima.

Si quieres ver las fotos, pincha aquí.

viernes, 22 de diciembre de 2006

Feliz Navidad!

Ultimo día de trabajo (por decir algo) del año y aquí no está pegando un palo al agua ni la puerta giratoria de la entrada. Este suele ser el día elegido por los jefes para hacer un regalito a sus sufridos súbditos. Yo acabo de encontrar en mi mesa una botella de vino tinto con tapón de plástico a rosca y una tarjeta navideña cristiana deseándome “best of luck for next year”. Qué sentido del humor más fino tiene la jodida. En otras mesas hay botellas de champage francés en cajas doradas. Creo que nosotros tenemos el jefe equivocado.

La niebla lleva envolviéndonos unos cuantos días y ha provocado el caos en los aeropuertos, especialmente en Heathrow. Resulta dífícil creer que el tercer aeropuerto con más tráfico de pasajeros del mundo tenga que cancelar todos los vuelos domésticos y algunos internacionales porque no se pueden ver dos en un burro. Justo días después de que el gobierno británico confirme que no va a invertir mucho más en el sistema ferroviario.

Nosotros volamos desde Stansted mañana y parece que allá lejos, donde cristo perdió el mechero, no hay mayores problemas. Ya puede ser así porque no tenemos planes de contingencia y la poca comida que hay está en el congelador.

Feliz Navidad a todos y que el Nuevo Año nos traiga salud, que lo demás ya iremos trabajándolo.

miércoles, 20 de diciembre de 2006

Sentidos

Estoy preso del aburrimiento y la moral sube y baja como en un montaña rusa. La actividad es mínima y, mientras reactivo los contactos con agencias de trabajo, he podido leerme el informe oficial entero sobre la muerte de Diana. Ni estaba embarazada, ni fue asesinada, ni se iba a casar con Al-Fayed Jr. Qué decepción.

Compruebo que las situaciones de crisis en el trabajo agudizan, entre otras cosas, el desarrollo de los cinco sentidos. Me explico.

El Director de Personal, ligeramente a mi izquierda, sortea llamadas incómodas y responde a consultas sobre derechos laborales en caso de despedido mientras Moby Maersk no para de rajar. Murmura que su fiancee tiene dos secretarias rubias explosivas y que en más de una ocasión ha tenido que ponerle contra la pared por pasarse de la raya. No es que yo haya participado de la conversación, es que mi oreja izquierda empieza a parecerse a un satélite de la CIA. Eso es oido.

La jefa, a un par de metros, parece abrumada. Lleva tres días trabajando en una hoja de cálculo. Sospecho que intenta cuadrar números para despistar a los australianos y proporcionar al departamento unas bocanadas de vida más. Eso es olfato.

Un colega con más de 35 años de servicio a sus espaldas, rellena el formulario de jubilación anticipada. Eso es vista.

Un grupito de recién graduados se pelean por las migas de una tableta de turrón que traje esta mañana, dejando a un los típicos “
Christmas mince pies” locales. Eso es gusto.

Muy cerca mío, una compañera acaba de entregar su carta de dimisión. Cara enrojecida, conversación tensa y algún aspaviento. Me levanto discretamente y me ausento. Eso es tacto.

lunes, 18 de diciembre de 2006

Mas cenas

Ya queda menos para que terminen las cenas de Navidad. Dos semanas y bajando.
Ayer nos juntamos tres ingleses, dos sudrafricanos, dos franceses, una alemana, una argentina, una holandesa, dos sevillanos, dos madrileños, una palentina y uno de cerca del
condado de Treviño (provincia de Burgos). Celebramos la ya tradicional cena-antes-de-que-todos-desaparezcamos-por-Navidad. El menú, casero, fue a la vieja usanza, derribando los conceptos de la cocina molecular: embutidos, tortillas varias, pato, stroganoff, arroz, huevos rotos, tartas, turrones, vino, cava y copa. Salimos rodando y hoy mejor que ayune porque me faltan agujeros en el cinturón.

Apareció por arte de magia una botella de vino tinto rioja gran reserva del 94 en manos de unos ingleses y tuvimos que darles el cambiazo por un tempranillo porque los cabrones se lo echaban en sus vasos de pinta como si de un
Don Simón se tratara. “No es la miel para la boca del asno” (refrán popular).

Hubo muy buen ambiente y muchas risas. Qué sería de la vida en el exilio sin estos encuentros.

sábado, 16 de diciembre de 2006

No estamos en Navidad

Pues eso, en este santo país no estamos en Navidad. Estamos en el “intervalo de invierno”, en “época de fiestas”. Que no se ofendan los no-cristianos. Acabo de recibir una tarjeta no-Navideña donde dice “Season’s greetings” en lugar de “Merry Christmas”.

En algunas oficinas y lugares públicos se ha recomendado que la decoración navideña sea “neutra”. Apenas se ven motivos religiosos. Las tiendas también andan con pies de plomo. “We are committing cultural suicide” rezaba un artículo en el The Times hace un par de años.

Tony Blair dió un discurso sobre multi-culturalidad hace unos días y se mojó algo, para los tiempos que corren. El jefe dijo “Our tolerance is part of what makes Britain, Britain. So conform to it; or don't come here”. Tal firmeza sólo denota que le quedan dos telediarios en su puesto de trabajo. Su discurso entero se puede encontrar pinchando aquí.

España, véte preparando.

viernes, 15 de diciembre de 2006

Predecibles

El día a día en el Reino Unido es bastante predecible y el británico, en general, se recrea solaz en la rutina. Algunos llamarán a eso aburrimiento, otros suspirarían por disfrutar de una jornada sin sobresaltos.

En los países del tercer mundo (Senegal) amanece, que no es poco. En el segundo mundo (Marruecos), cada día depara sorpresas diferentes y es mejor ir con el cuchillo entre los dientes. En los países desarrolladitos (España) todavía hay graciosos y listillos que te la pueden liar en un periquete. En países como Inglaterra casi todo está reglamentado, los derechos y deberes son meridianamente claros y normalmente uno sabe lo que le espera a la vuelta de la esquina (hay excepciones, claro está).

Aquí, te roza un viadante y se disculpa en seguida; entras a una tienda y no te sales del guión “can I help, yes please, certainly madam, it’s 30 pounds thank-you, you-are-welcome”; viajas en un vagón a solas con alguien y no intercambias más que dos frases de cortesía “it is hot in here, isn’t it?” y poco más, no vaya a ser que coja confianza y te dé el viaje. Y la vida sigue como en un guión estructurado en el que uno toma regocijo.

Luego pasa lo que pasa, que un inglés baja en el ascensor de un hotel en Benidorm y al salir sale indignado porque le han metido los codos en las costillas y allí nadie ha dicho “I’m sorry”. Luego le sirven una paella, los ojos del langostino mirandole fijamente, y se le pasa el apetito. Se va de safari a Kenia y, cuando se le arrima un felino, está buscando la señal de salida en vez de apresurarse y subir a un árbol.

Pero lo predecible tiene sus cosas buenas. Por ejemplo, si se quema un cajero automático o un contenedor de basura o se roba a una viejecita, en estos lares no para nadie hasta que ponen a “
los chicos de la gasolina” o al caco en frente de un juez. Si hay un padre con una copa de más dándole un meneo a su hijo ya hay tres vecinos llamando a la policía. Y así, un largo etcétera.

Me va gustando cada vez más lo predecible. Será que uno se está volviendo mayor?

martes, 12 de diciembre de 2006

Ya estan aquiii...

Ayer tuvimos la comida navideña de empresa. Este tipo de celebración es uno de los días más esperados en el año laboral del Reino Unido. Tan notorios suelen ser los excesos que los periodicos llevan varios días publicando encuestas y articulos al respecto. A los casados/as yo siempre aconsejo que lleven su anillo nupcial bien visible, en el cartílago de las fosas nasales si es necesario.

Sin embargo todo resultó más civilizado de lo que había anticipado. Nos reunimos unos 60 en el
Bel & Dragon, un restaurante pijillo al borde del canal. La empresa había pagado £30 (45 euros) por tres platos y una bebida por cabeza.

El tema de la comida eran los Oscars de Hollywood. Se organizó un quiz y un concurso de máscaras. Teníamos que llevar una máscara de alguien famoso. Aparecí con unas gafas de sol gigantescas en forma de corazón, un perrito de peluche sobresaliendo del bolsillo de mi camisa rosa. Una diadema con dos antenas que sostenían una foto de la Torre Eiffel y otra de un hotel adornaba mi cabeza. El audaz lector adivinará de quién se trata. O eso espero, porque la adivinanza fue tan sutil que nadie se percató de a quien pretendía imitar. Me abstengo de publicar fotos de este fallido intento de famoseo. Terminados los postres, el director general de la empresa y el de recursos humanos se ausentaron discretamente para ir al encuentro de los australianos. Para mi sorpresa, el resto de directores, incluido el mío, se quedaron disfrutanto de la sobremesa. “
Alea jacta est” – pensé, siempre abierto a la teorías conspiratorias. Quedé convencido entonces que resultaba más prudente ignorar la sesión de pintas que venía a continuación y marchar a casa para redoblar los esfuerzos en la búsqueda del próximo trabajo. Y así fue.

lunes, 11 de diciembre de 2006

Little Venice

Como parte de mi larguísimo proceso de culturalización, el sábado pasado volvimos a Londres y nos apuntamos a un paseo turístico guiado. Elegimos Little Venice, una caminata por los canales de un exclusiva zona residencial con orígenes en el siglo XIX. Acogió inicialmente los burdeles de la época pero con el tiempo, hasta hoy, es morada de artistas, políticos, escritores, etc. Los edificios fueron inspirados por arquitectura bien clásica o italiana.

Arranqué con ese escepticismo propio del que tiene que pagar (£6 = 9 euros) por estirar las piernas y pasar frío durante algo más de una hora y media en compañía de una decena de personas que no conoce. Me equivoqué. El paseo fue muy interesante, educativo y divertido. Todo el mérito lo tuvo el guía, un inglés delgado y respingón, una fuente de conocimiento que mezcabla con un humor socarrón extraordinario. Hasta se puso a cantar en un parque. Tan impresionado quedé que he escrito unas líneas a la organiación del tour expresándoles mi admiración por el susodicho. La zona alberga la que era la residencia de quien dio al
símbolo de Apple Inc. (la manzana mordida). Nunca te acostarás sin aprender algo nuevo!

He puesto cuatro fotos del paseo aquí.

viernes, 8 de diciembre de 2006

Imperios

La temporada de cenas de Navidad ha comenzado y esta mañana he aterrizado en la oficina con malestar general. Con resaca, en otras palabras. Ayer tocó congregarse con el equipo de fútbol. Nos juntamos diez, de los que sólo cuatro trabajamos en la empresa que da nombre al equipo. Mercenarios.

El plan original es inequívoco: quedada en sitio cutre (barato), un curry de microondas regado con varias pintas de cerveza, más alcohol en otro lugar cutre (entrada gratis) para volver a casa a cuatro patas. Me apunto con cautela.

Las conversaciones trancurren por los típicos derroteros:
- En qué posición juegas? - uno no me reconoce. “Corro por la banda derecha, el del banderín en la mano.”
- Eres de Barcelona? De Madrid? De Benidorm?. “Soy de Alavés”. Los fans del Liverpool asienten con aprobación.
- Como se pronuncia tu nombre?. Ahora entiendo porqué nunca me pasan el balón…

Cuatro pintas más tarde se me acerca Dave, 38 años, ex-soldado profesional y ahora empleado en Toys’r’us. Me pregunta si soy español de España. Le concedo el beneficio de la duda y afirmo con la cabeza.
- Tú que opinas de la guerra en Afganistan? – pregunta muy serio.

Esta es lo que los técnicos llaman una “leading question”, o sea, una pregunta exploratoria preámbulo de la cuestión verdaderamente importante. Acaricio el cuchillo de montaña que guardo en la espinillera.
- Después de los atentados de Madrid, retirasteis las tropas de Afganistan. El vuestro es un pueblo cobarde - dice con la melodía del último hit de Madonna de transfondo.

“Houston, we’ve got a problem” pienso enojado. Me tomo la molestia de explicarle a ese malnacido desinformado los antecedentes de la situación, la reacción del Gobierno, las elecciones que siguieron un par de días más tarde, el programa electoral, etc. Dave parece escucharme con simpatía – tiene una mirada extraña, la que pone un perro cuando le hablas. O bien no me entiende o le da lo mismo.
- We used to rule the world - me espeta
- We used to rule the world before you, mate, and the Romans did it before us – contesto.

Calla pensativo. La expression es la de George W Bush en una conferencia de prensa.
- Después de tanta dominación, qué pena damos ahora, no? – suspira finalmente.
- Desde luego que sí. Vamos a tomar otra y a cambiar de tema.

La fiesta continúa. Lo mejor está por llegar.

Corazon partio

He perdido la cuenta de cuantas pintas llevamos. Entramos en el O’Neils, pub irlandés de la cadena del mismo nombre. Música en directo al fondo. Terry - 46 años, irlandés soltero, conductor de tren – me invita a un trago. Empiezan a aflorar las miserias humanas.
- Hace 8 años tuve una novia española en Shefield. Ella tenía 19 por entonces. No sé que vio en mí, aunque dicen que me parezco a Mel Gibson. Era una chica fantástica. Se llamaba Raquel. Venía de un sitio que empezaba por ‘A’.

No doy crédito a mis oídos. Para más coña el tipo parece haber callado con la esperanza de que le recite los nombres de todos los municipios de España que empiezan por ‘A’, a ver si le suena alguno. Decido ignorarlo.
- Cuando lo dejamos me escribió una carta en español. Debía sentirse más cómoda expresándose en su idioma natal – afirma comprensivo. “Lo que pasa es que era una vaga de siete suelas”, pensaba yo.
- Nunca supe lo que decía. Tú me la traducerías?
- Por dios, faltaba más. Un día coincidimos en la estación y te la traduzco.

Se mete la mano al bolsillo interior de su cazadora y saca un folio arrugado en mil pliegues.
- Empieza – me apresura.

“La madre que parió al maquinista”, no acierto a contener en castellano. El resto del grupo se acerca curioso; la manada de hienas huele sangre. Se apropian de la carta, un folio a doble cara escrito con caligrafía de colegio privado de monjas. No entienden de qué va el asunto. La carta acaba de nuevo en mis manos. La escaneo en dos segundos y, joder, es bastante personal. La misiva se origina en Aranjuez.
- Qué dice? – pregunta ansioso el de la Renfe.
- Es personal. Te lo digo a solas.
- No importa. Somos todos colegas, no? Tradúcelo aquí y ahora.
“Tú cuántos años dices que tienes?” me contengo la provocación. Traduzco entonces al inglés con las limitaciones propias del artista, la ingestión alcohólica y la oscuridad del local.
- “He descubierto lo que es el verdadero amor….”, “Nunca nadie me ha hecho tan feliz….”, “Presiento que la distancia sera insalvable…”
- Te lo estás inventando todo – me acusa uno.
- Tradúcelo tú, listo (smart arse).

Al Terry se le caen las lágrimas a borbotones en un sollozo silencioso. El capitán del equipo le da un abrazo. El resto se congrega esperando su turno. Parece la escena de la histérica de “Aterriza como puedas” pero sin hostias de por medio. La gente de alrededor asiste atónita a la situación. Alguno me mira mal pensando que yo soy el culpable. Pero a mí quién me manda meterme en un equipo de fútbol a estas alturas de la vida?

jueves, 7 de diciembre de 2006

Salvad a Willy

Aparecen nuevas caras en la oficina. Todas proceden, sospechosamente, de Recursos Humanos. Me presentan a mi nueva compañera como alguien “que nos ayudará con los despidos y todo eso, cuando llegue el momento”. Mi cerebro cambia automáticamente del modo simpático-y-cortés- a modo hijoputa-revienta-fiestas.

'Vive Dios que no venimos del mono, sino de la ballena’ - murmuro perplejo. Vaya proporciones descomunales y amorfas que gasta la chavala. Se asemeja a un contenedor de transporte marítimo garabateado con pintalabios. Me ha dicho su nombre pero ya no lo recuerdo, aturdido por el subidón de sangre. La bautizo como moby maersk. ‘Dale una oportunidad’ - siento que implora mi subsconsciente impregnado de enseñanzas sanviatorianas 'Al enemigo, ni agua' - dice mi parte mas vasca.

El contenedor se instala cerca, en la mesa contigua. Visualmente la tengo a 30 grados. Desparrama todo su armamento: bandejas portátiles, dos móviles, carpetas de trabajo con titulos siniestros como “bajas voluntaries”, “expedientes de empleo”, “sanciones” y una bolsa enorme de gominolas.

No ha hecho más que encender el ordenador y ya me está sacando de quicio. Sus uñas larguísimas - apéndices de unos dedos groseros - aporrean el teclado con un eco plástico que acojona. La escena rememora a una invasión nocturna de tarántulas en el parquet de un salon-comedor. Busco manuales caseros de polonio 210 en Google. Esto es la guerra y de momento gana ella.

martes, 5 de diciembre de 2006

Salvase quien pueda

Salgo de la presentación muy satisfecho. Los he dejado acojonados, todo el management team boquiabierto con mi propuesta. Suerte que tienen a alguien que va a poner esto en orden – suspiro inflado. Una hora más tarde aparece la jefa con cara de circustancias. “No trabajes más en eso, los australianos acaban de anunciar que nos van a vender”. Joder, qué cabrones, me digo. En esta empresa no me dejan en paz.

Se convoca reunión general de urgencia para salir al paso de los rumores. Una sala casi a oscuras, un frío del carajo, todos de pie evitando cruzarse miradas. Los nuevos dueños anuncian su voluntad de desprenderse de nuestra unidad de negocio (“dispose” es el término, hay que liar muy fino). No se sabe nada más, ni plazos, ni formas.
Para más inri el equipo donde estoy, de nuevo, es el eslabón más débil.

Que no cunda el pánico, sálvese quien pueda. Los españoles y los niños primero. Pies para qué os quiero.

Braveheart

Diego y un servidor terminamos de hacer el bobo en el gimnasio y fuimos directamente al pub para recuperar las toxinas que habiamos perdido. Hemos boicoteado al Hop Leaf y a la cetáceo que lo regenta, hartos ya de su malas babas, así que aparecimos en el Red Lion después de casi un año de ausencia.

El Red Lion es un pub cutre, descuidado, con poca clientela pero que cuenta con un pequeño anexo con otra televisión donde la armada española soliamos juntarmos para ver los partidos de futbol con presencia de equipos españoles y así evitar el enfrentamiento con los salvajes aborígenes.

El landlord es un escoces chato, más feo que pegar a un padre y con un acento ininteligible. A pesar de nuestra larga deslealtad parece contento de vernos y nos pregunta que dónde “fucking” hemos estado después de tanto tiempo, y que no le digamos que trabajando duro porque él conoce España muy bien y allí todo es “mañana, mañana”. El tipo nos tiene aprecio. Suele veranear en Estepona (Malaga) y allí, dice, siempre le han tratado bien.

Parece ser que está aburrido y no para de darnos conversacion. Le escuchamos sin entenderlo bien, con ese automático meneo de cabeza que uno ha depurado después de tanto tiempo y esas expresiones ‘sure’, ‘wow’, ‘no way!’, ‘really?’ que mantienen la conversación viva aunque no tengas ni pajotera idea de lo que está diciendo, como era el caso.

El pub estaba casi vacío: un polaco, una estonia, un turco y un inglés de padres egipcios, lo que le da pie a meterse con los ingleses y quejarse de que son muy violentos allá donde quiera que vayan, al contrario que los escoceses, “que somos otra cosa”. Menos mal que lo de
Braveheart era una película, pensaba yo.

Nos contaba que había estado en el estadio de Wembley en el 77, presenciando el directo el partido de fútbol entre Escocia contra Inglaterra. Tan exaltados acabaron con la sorprendente victoria escocesa que saltaron al campo y se llevaron no solo las porterías si no las redes también y hasta parte del cesped! Eso sí, pelearse – relataba muy serio - no se pelearon con nadie.

lunes, 4 de diciembre de 2006

Culturizado

Fin de semana cultural, que ya tocaba. Este sábado, nuestros huesos acabaron en la National Gallery para hacer los honores a una exposición de la obra del pintor Diego Velázquez bajo el patrocinio del Banco Santander (Abbey, traducido al inglés). Porque yo no habré pisado el Museo del Prado en mis diez años de estancia en Madrid, pero basta que un compatriota sea famoso en el extranjero como para que nos dejemos el culo por verle a él, vivo o muerto.

La entrada costaba £12 (€18) del ala o, en otras palabras, el equivalante a cuatro pintas en un pub de moda. Llegué con el DNI en la boca pero no obtuvimos un mísero descuento ni por defender la misma bandera, ni por haber vivido en la madrileña calle que tiene su nombre prestado, ni por haber tenido cuenta corriente en el banco mecenas.

Tal era la concurrencia que nos dieron turno de entrada para al cabo de tres horas. Nunca he visto tantos españoles juntos. Aquello estaba lleno de españoles, con cara de españoles y tonos de móviles españoles. “Coge el telefono, tararirarí, coño, coge el telefono” se oía cantar uno, entre los retratos de Felipe IV y el Conde de Olivares.

Tardé una hora en ver los 45 cuadros, lo que da un promedio de un minuto veinte segundos por estampita, incluido el tiempo necesario para leer su descripción en el folleto y para admirar el marco. Y la exposición? Bien, gracias.

viernes, 1 de diciembre de 2006

Que vienen, que vienen!

Unos australianos compraron la empresa donde trabajo por 12.000 millones de euros en Octubre y hoy es cuando les han dado las llaves del ‘pisito’. Antes eramos “alemanes”, ahora somos “wallabies”. Espero que no cambien la cerradura durante el fin de semana y acabemos como hace un par de meses, con una mano delante y otra detrás.

Aún se sabe poco de sus planes aunque llevan pululando por los alrededores desde hace unas semanas mirandolo todo sin decir nada. Ayer bajaba con uno de ellos en el ascensor, él con un cuaderno abierto y tomando notas mirando a los botones. Parece ser que se dió cuenta que no hay número trece en este edificio de cuatro alturas.

No se percibe nerviosismo entre la muchedumbre, y no tengo muy claro si es por ignorancia mayúscula o por confianza ciega en nuestras posibilidades. Hace un par de semanas tuvimos una reunión general del departamento donde la actual directiva nos presentó el plan de negocios del próximo año. Ingenuo de mí, pregunté por el plan B en caso de que a los australianos no les gustara lo que estabamos planeando. Despues del típico “Me alegra que me haga esa pregunta”
felipista, se hizo un silencio seguido de un carraspeo y un tartamudeo inglés de alta alcurnia.… Plan B? Vaya tontería de pregunta. Que dios nos coja confesados!