miércoles, 2 de mayo de 2007

El idiota del móvil

Esta oficina parece una discoteca con tanto tono musical de teléfono móvil sonando a doquier. Es una falta de respeto o una necesidad infantil de llamar la atención. No hay término medio. Es que no se dan cuenta que hay gente trabajando o, al menos, pareciéndolo? En la zona donde me plantaron – un espacio abierto, sin paredes - hay un móvil en particular que me saca de quicio. Es una musiquilla disco-tecno, cuyo tono va subiendo gradualmente y su dueño parece ser que nunca está cerca para recibir la llamada. Sólo falta la bola giratoria en el techo. Lo peor, es que el dueño es un alto directivo de la empresa, quien debería dar mejor ejemplo.

El famoso móvil ha sonado esta mañana. Sonaba y sonaba, la música in crescendo y su propietario ausente. He levantado mi cabeza del ordenador y, con la cobardía de quien se siente en la distancia y la confianza que da el ver cercana la luz al final del túnel que es esta empresa, he dicho algo así como: “Hay que ser del género idiota para dejar el móvil sonando tanto tiempo con ese tono”. Se ha producido entonces un breve silencio a mi alrededor, al mismo tiempo que apreciaba que mi compañero de enfrente me miraba con cara rara.

Me he girado entonces y he comprobado que el propietario de tan distinguido móvil estaba detrás mío, boquiabierto, mirándome con fijación. Hemos cruzado miradas, me he encogido de hombros – el daño ya estaba hecho – y he vuelto a lo mío con atrición, tensando la espalda como para amortiguar el golpe. En diez minutos he recibo media docena de correos electrónicos de varios colegas viniendo a decir que “si a partir de hoy ese móvil deja de sonar te eregimos un monumento en la entrada principal.” Eso o me he quedado sin las (buenas) referencias.

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