miércoles, 18 de abril de 2007

Respetando las reglas de juego

Dicen que el cartero siempre llama dos veces pero yo empezaba a dudarlo. Llevaba esperando diez interminables días a que llegara el contrato de mi nuevo trabajo y el tipo siempre pasaba de largo. Tan impaciente estaba que últimamente le recibía a puerta gayola para atraer su atención pero ni por esas. Hoy, por fin, ha llegado la carta. Menos mal, se ha evitado un carterocidio.

Entonces me ha faltado tiempo para entregar mi dimisión en esta empresa. Irrevocable. No se aconseja hacerlo antes de tener el nuevo contrato en mano porque nunca se sabe: la Bolsa se desploma, las companías se devoran entre sí y lo que un día es todo rosa, al día siguiente te quedas compuesto y sin novia.

Todo han sido facilidades y parabienes por parte de la jefa. “Un gran pérdida para el equipo”, “tu contribución se echará de menos”, etc, etc. O sea, lo típico, sin salirse del capítulo “No te cabrees cuando los empleados se te van” del manual “Cómo aparentar ser un buen jefe y no morir en el intento”. Perdón por el cinismo. A uno le dan ganas de decir cuatro verdades a la susodicha pero no es cuestión de salir a sablazos, puesto que además de no ser el caso, entre otras cosas, lo que está en juego son las referencias.

Esto de las referencias es un asunto muy anglosajón y digno de elogio. Funciona de la siguiente forma. Tu futuro empleador pedirá confirmación por carta a tus anteriores empleadores de que efectivamente has trabajado para ellos y te has portado bien. No valen las mentirijillas. Si un empleador emite una buena referencia sobre ti y luego resulta que tú sales un hijoputa en el nuevo trabajo, la empresa afectada podría llevar a los tribunales al empleador que dio la buena referencia. El sistema está basado en la confianza.

Lo típico es que manden una carta detallando las fechas de tu anterior contrato y cuál eran tus funciones. Así comproban que lo dicho en tu curriculum es el fiel reflejo de la realidad. Algunos se mojan un poco más y dicen cuánto maravilloso eras (si es que fuera así). También se pueden obtener “referencias personales” de anteriores jefes puesto que, en ocasiones, las empresas, temerosas de meterse en líos legales, no quieren decir ‘esta boca es mía’ e ignoran las peticiones de dar referencias.

Por lo tanto, siempre es aconsejable salir de la empresa por la puerta principal como buen caballero español, contar hasta diez y cerrar el pico en caso de que tengas algo indeseable que decir y desear a todo el mundo tus mejores deseos aunque tengas los dedos cruzados detrás de la espalda. Estas son las reglas del juego. C’est la vie!

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