jueves, 31 de mayo de 2007

Mirandose el ombligo

Hay un sentimiento general por estos lares de que la justicia británica es ejemplar y el modelo policial es muy efectivo. Así lo he contado en alguna otra ocasión. Es por esto que las actuaciones judiciales y policiales en otros países son con frecuencias vistas con recelo, como si no estuviesen a la altura de los estándares que aquí se presumen. La comparación es cuando menos arrogante y últimamente está resultando irritante. Voy al grano.

Muchos sabrán de la desaparición de una niña escocesa de cuatro años en el sur de Portugal, quien fue abducida mientras dormía a escasa distancia de donde cenaban sus padres. La publicidad de este caso ha tomado dimensión internacional (europea, al menos). La policía portuguesa está a cargo de la operación y, después de lo que parecen tres semanas de infructuosas pesquisas, se han levantado las primeras críticas a su actuación en la prensa inglesa – de forma velada en la prensa seria, bastante más agresiva en la prensa sensacionalista. Dicen que han cometido errores básicos y vitales para el rápido y positivo esclarecimiento del caso.

Conviene entonces recuerdar a aquel joven electricista brasileño que viajaba en el metro de Londres y a quien los equipos especiales antiterroristas británicos descerrajaron siete tiros en la cabeza al confundirle por un terrorista suicida. Fue un ‘terrible error’, se dijo en su momento. No recuerdo haber leido muchas autocríticas al respecto. Once policías fueron exonerados de cualquier responsabilidad y sólo queda Scotland Yard por pasar por el banquillo de los acusados.

Resulta que unos no son tan buenos como se creen ni otros tan malos como se les acusan.

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