viernes, 29 de junio de 2007

A deshoras

Comienza el fin de semana. Llevo una hora y media en este tren para lo que debería ser un trayecto de 25 minutos. Ha habido una 'fatality' en la zona, nos dicen por los altavoces. O sea, alguien se ha suicidado tirandose a la vía. Qué cabrón, podría haberse matado al mediodía, no?

miércoles, 27 de junio de 2007

Una imagen vale más que mil palabras

“Contigo ya somos cuatro españoles en esta empresa” - me dice un salmantino en la oficina. “A ver si un día de estos quedamos todos para almorzar. Conozco un restaurante cercano con un cocinero madrileño que hace unas tortillas de patata para chuparte los dedos.” El país estará dividido en rojos o azules, nacionalistas o españolistas, forofos del Barca o del Madrid... pero cuando se trata de cuidar al estómago, sobre todo si es en el exilio inglés, todos remamos en la misma dirección.

Esto me lleva a publicitar una extraordinaria bitácora de recetas de cocina mediterránea con la que me he topado mientras buscaba información sobre teléfonos móviles (ya ven, Google no es perfecto). Es de lo mejorcito que he visto en la Internet. Un cocinero altruista – el cocinero fiel, se hace llamar – enseña cómo cocinar recetas sencillas y con fundamento mediante cortos vídeos de cuatro minutos. No tiene desperdicio. Yo ya he trasladado el ordenador portátil a la cocina.


Adjunto abajo su vídeo sobre cómo cocinar una tortilla de patata. Su página en Youtube se puede acceder aquí y su bitácora aquí.






domingo, 24 de junio de 2007

Ser o no ser, convino

Qué hago yo aquí? me estaba preguntando bajo la fina lluvia (o calabobos, como lo llaman en los madriles). Aquello era una etapa más, la enésima, de mi culturización post-adolescente. Asistíamos a Midnight Summer Nights, obra de teatro del ídolo local Shakespeare, que se celebraba en los jardines y bosques de South Hill Park (Bracknell). Como suena: al aire libre. Eramos unos ciento cincuenta entusiastas, con bolsas de picnic, paraguas y chubasqueras.. Pena que no me llevé la cámara de fotos para aportar pruebas gráficas de aquel cuadro.

No me entero de nada, Es inglés antiguo, dice mi media naranja, adivinando mis pensamientos. A mi derecha una niña chupa una piruleta, absorta con las idas y venidas de los histéricos actores. No sabe que al mismo tiempo se está jugando final de la Copa del Rey de fútbol entre el Sevilla y el Getafe. Bendita ignorancia.

Me acuerdo entonces de que, entre los sándwiches, hemos traído una botellita Ribera del Duero que estaba de oferta en el Tesco. Saco el sacacorchos, una copa de plástico y media botella y cuarenta minutos más tarde, sigo sin enterarme de nada pero todo parece más entretenido.


Las penas con vino, son menos penas.

sábado, 23 de junio de 2007

Circo inglés

Este año no vamos. Ya fuimos una vez, participamos de la farándula y visto una vez, visto para siempre. Como el tenis en Wimbledon, el Open de golf, el cricket en Lord’s y las regatas de Henley. Hay que ir para verlo y luego contarlo.

Algunos habrán visto las imagenes en el noticiero: las carreras de Ascot. La gente emperifollada - ellas de trapitos y pamelas, ellos de traje -, la corona apostando nuestros pesetas, la carroza real bajando desde Windsor ante el aplauso de los presentes.. Las fotos en el Hola, glamour a doquier. .. Y un rábano. Les cuento mi versión.


Aquello es una bacanal equina pseudoaristocrática. Un picnic de bocharrillos y borrachillas, para decirlo claro. La mitad aparenta – los que pagan la entrada cara ; la otra mitad – los que veíamos el espectáculo desde el gallinero - ni nos molestábamos en aparentar. Lo que menos importa son los caballos. Qué exageración, dirán.


No hace falta ir para verlo. Unicamente pululen en estas fechas por las estaciones de Bracknell, de Reading, de Waterloo o de otras muchas que recorra el tren con salida y llegada a Ascot y contar las latas de cerveza, las botellas de vino o de espumante que ruedan en todos y cada uno de los vagones, y el hedor a alcohol que impregna todo.

Glamour, je, je. Sólo por la tele.

jueves, 21 de junio de 2007

Con el permiso de su señoría

Continúo donde lo dejé ayer.

Hasta hace escasamente un par de años, las carreteras comarcales en el valle de Valderredible eran estrechas de cojones, con tan poco categoría que carecían de pintura y algunas, como la que llevaba a Rebollar, no aparecían en los mapas porque no pertenecía a la red nacional de carreteras.

Aquella madrugada de verano, la noche era cerrada, la temperatura agradable y había cantos de verbenas. La ruta vecinal parecía la Gran Vía de Madrid a medianoche con tanto reflectante de la autoridad y tantas lucecitas de colores. La Guardia Civil había organizado un control de alcoholemia y la hilera de coches serpenteaba a orillas del Ebro.

La Guardia Civil comparte con Elle MacPherson el sobrenombre de 'El Cuerpo'. Ahí se acaban las similitudes. En la España rural, los guardias civiles, normalmente hombres, conviven con los lugareños y son mirados con desconfianza y temor. Si el agente es del sexo femenino, su caza es más codiciada que la un cérvido de catorce puntas, de esos que se le ponen a tiro a su majestad el juancar para que solo tenga que apretar el gatillo y llevarse la cornamenta. En fin, vuelvo a lo que me ocupa, que me lío entre la realeza, las modelos y las faldas.

Éramos tres espíritus alegres en aquel Seat cuando vimos a un guardia civil dirigirse uno a uno a los coches que nos precedían indicando a sus conductores que pusieran pie en tierra para tomar la prueba de la alcoholemia. No había escapatoria. En eso que Oscar, nuestro conductor, deja a hurtadillas su posición al volante para sentarse conmigo en el asiento de atrás. Qué haces? Tú estás loco? – acierto a decir sorprendido. Tú cállate y hazme sitio – me responde. Tiene un plan, dice.

Llega el guardia civil a la altura de nuestro coche, que ya está provocando cierta retención al estar parado en la carretera. El bigotes nos enfoca con la linterna y se queda sorprendido al no ver a alguien al volante.
- Donde está el conductor de este vehículo? – pregunta solemne.
- Eso nos estábamos preguntando nosotros, mi señoría – responde Oscar - Salió en aquella dirección con una urgencia de vientre y aún no ha vuelto. Los mejillones le han debido sentarle mal.
Lo de “mi señoría” no era cachondeo, que el horno no estaba para bollos. Era un tratamiento genuino pero mal juzgado, nublado por el temor y el güisqui con coca cola.
El guardia civil movía la cabeza en negación. Qué habré hecho yo para merecer esto, parecía pensar.
- Hay que mover este vehículo de aquí puesto que está obstaculizando el flujo circulatorio – Alguno de ustedes tiene una licencia de conducir?
- Yo mismo, mi señoría – responde Oscar, el verdadero conductor, desde el asiento de atrás con la seriedad propia de las circunstancias.
- Pues venga, apresúrese al volante y avance.

Y el verdadero conductor volvió a su asiento al amparo de la autoridad – o de su señoría, como ustedes prefieran – arrancó el Seat y, cuando sobrepasaba a los infelices que estaban soplando el tubito, tocó el claxon con regodeo.

De aquella nos libramos.

miércoles, 20 de junio de 2007

Si bebes, no montes en bicicleta

Leo que el 40% de los jóvenes españoles que utilizan el coche para salir de fiesta por las noches siguen bebiendo alcohol pese a tener que conducir después. En mis tiempos mozos, el porcentaje seguro que alcanzaba el 80%. Es más, creíamos que la destreza al volante mejoraba con alcohol en la sangre. También eran los tiempos cuando Steve Wonder protagonizaba una campaña publicitaria para la Dirección General de Tráfico, que convenció a pocos. Me preguntó por qué sería.

Durante mi vista a Praga hace unas semanas me encontré un amigo checo quien venía con un cabreo monumental del juzgado. Acababa de pagar una multa de 900 euros por dar positivo en un control de alcoholemia. Regresaba de una fiesta donde se había tomado cuatro cervezas y la policía le hizo un control de alcoholemia. La cuestión es que mi amigo conducía una bicicleta. No bromeo. Acaba de entrar en vigor una ley en la República Checa que prohíbe estar al mando de un automóvil, una bicicleta o un caballo bajo los efectos del alcohol. El juez simpatizó con él pero le dijo que tenía que aplicar la ley. Si hubiera montado un burro o un camello otro gallo le habría cantado. Vaya, cómo se las gastan por Centroeuropea.

Conté entonces al checo cómo un grupo de amiguetes eludimos un control de alcoholemia de la
Guardia Civil en las cercanías de Rebollar de Ebro un verano de finales de los ochenta. Mañana continúo.

Tecnología

Intentando publicar en el blog desde el móvil. Funcionará?

domingo, 17 de junio de 2007

De caballos, caballeros y otros animales de la Corte

Si caminar por Londres es complicado en un sábado cualquiera, imagínense cómo lo es cuando está marcado en el calendario que la segundona isabel se asome al balcón. Insoportable.

Ayer la capital se vistió con sus mejores galas y soldados, jinetes, carrozas y demás parafernalia se juntaban en los alrededores de la choza real. Cuando la Camila apareció inconfundible, yo en mi ignorancia pregunté a qué se debía que hubiera tanto jaco suelto. Es que es el cumpleaños de la Reina, contaba uno. Lo dudo mucho, pensaba yo, porque la abuela los cumple en Abril, que lo he leído en un libro con estos ojitos que me ha dado dios.

Patri, la enfermera compostelana, muy anglófila ella, me confirma que sí, que nació en Abril pero que lo celebra 'oficialmente' en junio porque para entonces suele hace mejor tiempo. Joder, pues con la que estaba cayendo! Diego, testigo directo, relataba que pasaban los aviones por encima de Buckingham Palace echando el humillo con los colores de la bandera británica y a los súbditos, mirando hacia arriba, se les nublaba la vista con los goterones de lluvia que caían, como cuando te aplican un colirio a los ojos.

Siguiendo la costumbre anual, la número uno aprovechó su cumpleaños 'oficial' para demostrar su magnanimidad. En lugar de soltar barrabases, concedió honores a los súbditos de la corona por "mérito, servicio o bravería". Y así, personajes tan dispares como el escritor Salman Rushdie , el cantante Joe Cocker o el futbolista Ryan Giggs acaban de ser condecorados como Sir, OBE, MBE o no-se-cuántas letras más del abecedario. También otros muchos más, plebeyos semi-anónimos. He buscado mi nombre en la lista pero no estaba. Tampoco el de David Beckham, así que no me quejo.

Resulta que los esposos y esposas de aquellos nombrados caballeros (Sir) o caballeras (Dame) tienen derecho a recibir un tratamiento social acorde al de su cónyuge. Por ejemplo, la mujer española del aclamado arquitecto Sir Norman Foster, a quien algunos recordarán como la televisiva sexóloga doctora Ochoa, se hace llamar Lady Elena Ochoa.


Si lo que uno no consiga a través de la tele…. Verdad, Leti?

martes, 12 de junio de 2007

Echando de menos Inglaterra

Sé de algunos compatriotas que se están volviendo de este país a España. Entre ellos, hay un madrileño a quien no tengo el gusto de conocer pero a quien seguía (y sigo) su entretenida bitácora.

Una vez de vuelta en Madrid, ha publicado un post detallando dos listas de 30 cosas que va y no va a echar de menos de Inglaterra. Las reproduzco a continuación porque yo subscribiría el 90% de ellas y más de un lector sé que va a sentirse identificado.


"30 cosas que echaré de menos de Inglaterra"

  1. La BBC
  2. Los curry nights
  3. Que los bancos no me cobren comisiones
  4. Que no esté prohibido pisar el césped
  5. Que los policías sean amables y no lleven pistola
  6. Los picnics
  7. El British Museum
  8. Que me llamen sir en las tiendas
  9. Que los coches se paren en los pasos de zebra
  10. Las carreteras sin baches
  11. Conducir por country roads
  12. Ver películas sin doblar
  13. Amazon.co.uk
  14. Que hasta el frutero de la esquina tenga página web
  15. Los pubs
  16. La cerveza inglesa de microbrewery
  17. Que los porteros de discoteca me den las buenas noches
  18. Poder ir en bici al trabajo (si no fuera tan vago)
  19. Trabajar de 9 a 5
  20. Los salarios
  21. Poder hacer papeleos por correo
  22. El Taste the difference del Sainsbury's
  23. Las sopas de Covent Garden
  24. Las salchichas lincolnshire
  25. La clotted cream
  26. No tener que enseñar el DNI al pagar con tarjeta
  27. Las tarjetas de felicitación
  28. Los car boot sales
  29. Los taxis londinenses
  30. Que la gente diga por favor y gracias

30 cosas que no echaré de menos de Inglaterra

  1. El hormigón
  2. Los pueblos clónicos
  3. Que las tiendas cierren a las cinco
  4. Poner moqueta hasta en la cocina
  5. Las ventanas sin persianas
  6. Que en invierno, a las tres de la tarde, ya esté oscureciendo
  7. Que me pregunten qué tal me va por Londres
  8. Que me pregunten cuándo me vuelvo a España
  9. Antique Roadshow
  10. "Los 100 mejores programas de listas de televisión de domingo por la noche"
  11. Los documentales de Channel 5 sobre la II Guerra Mundial
  12. El café que no sabe a nada
  13. Las pintas de Fosters (o Carling)
  14. Que en los pubs no haya más tapa que panchitos o patatas fritas de bolsa
  15. Comer de sandwich delante del ordenador
  16. Los catering y bufés basados en hojaldritos de salchicha fría
  17. Las peleas de borrachos los viernes y sábados por la noche
  18. El Chicago's
  19. Las limusinas blancas con chicas chillando a través de la ventana
  20. Tomar kebab a las tres de la mañana antes de volverse a casa después de una noche de farra
  21. Los trajes a rayas de los ejecutivos y abogados
  22. Los vendedores del Currys (antes Dixon's)
  23. Los autobuses
  24. El metro
  25. Los trenes
  26. Las cartas amenazadoras de la TV license
  27. Las patatas fritas con sabor a pepinillo a la menta
  28. Los titulares del Daily Mail
  29. Que los fruteros me digan cheers mate
  30. Usar nombre ficticio al reservar mesa para no tener que deletrearlo

lunes, 11 de junio de 2007

La guerra de las barbacoas

Teníamos el enemigo en casa. La luz del atardecer disimulaba sus caras de acelga, su color blanquecino, sus ojos marcadamente profundos. Eran ellos, los vegetarianos. Como se lo cuento.

La temporada de barbacoas está en marcha y el buen tiempo es una excusa más para celebrar los cumpleaños al aire libre con un muslo de pollo asado en una mano y una lata de cerveza en la otra. Este sábado tocaba tirar de las orejas a Paco, sevillano meteorólogo. Otro sevillano oficiaba de asador y los choricitos, trozos de pollo y hamburguesas de ternera, todo comprado con buen ojo, empezaban a tomar un saludable color.

Oficio de camarero, alargo la bandeja con las viandas entre el tumulto y van surgiendo los primeros “No gracias, soy vegetariana”, “Yo tampoco”, “Paso”. Me empiezo a mosquear. O yo estoy en la fiesta equivocada, o ellos saben algo que yo no sé. Entonces descubro que en un rincón de aquel jardín, de manera cas5 clandestina, humeaba otra barbacoa donde se sobreasaban zanahorias, pimientos, champiñones, etc. Esa barbacoa era para vegetarianos. Si llego a tener un chuletón de buey a mano los corro a chuletonazos por todo el jardín.

Recuerdo hace unos años cuando Claire, una compañera de piso en Edimburgo, me hizo un regalo por sorpresa: “Esto lo he comprado para ti. Espero que no te moleste.” Era una tabla de madera para cortar alimentos en la cocina. Claire era vegetariana y le molestaba que yo cortara la carne en el mismo sitio que ella usaba para trocear sus verduras y hortalizas. Estas entonces acababan contaminadas, según ella.

Puse la tablita a buen uso… Hizo buena brasa en una barbacoa veraniega.

domingo, 10 de junio de 2007

Hamburguesados

Los de las hamburguesas andan cabreados. Resulta que un reputado diccionario inglés ha incluido el término McJob (McTrabajo) entre sus acepciones. Lo define como “un trabajo nada estimulante, mal pagado, con poco futuro, especialmente aquel creado por la expansión del sector de los servicios [en el Reino Unido]”. Y claro, los de McDonald’s estan mosqueados porque lo consideran “un insulto a sus trabajadores”. Nada que ver con el hecho de que emborrona su marca y daña su imagen, por supuesto.

Son estos los mileuristas ingleses? Yo creo que no. Sólo se asemejan en que tienen salarios muy bajos. Por lo demás, el que tiene un McJob no necesariamente es una persona cualificada y en muchos casos no aspira a mucho más – lo cual no es criticable. La pena es que esos empleos tienen una consideración social muy baja, cuando en otras partes del mundo, el trabajo en la hostelería, restauración hasta goza de cierto panache.

jueves, 7 de junio de 2007

Escapada a Europa

Comienzo a escribir lo que sigue desde el aeropuerto de Bruselas y mucho me temo que los renglones me van a salir torcidos después de estar mojando la espera con un par cervezas en compañía de un colega eslovaco. Eslovaquia también existe, me informa.

No hay mucho que contar sobre Bélgica, conocida por dar al mundo chocolates caros y pedófilos redomados, así como sobre su capital, Bruselas, que vive de las dietas de los miles de funcionarios de la Unión Europea, y que a alguno le sonará por haber prestado su nombre a una variedad de coles. En fin, que esto no es Italia.

No obstante se agradece esto de hacer una visita fugaz a ‘Europa’ por eso de comprobar de vez en cuando que el sol calienta y el ser humano no es necesariamente antipático. Incluso una camarera se ha permitido gastarme una broma inocente y yo me he quedado con cara de pardillo, que hasta el humor se le acaba a uno agriando entre tanto anglófilo.

De vuelta a la ínsula, uno respira aliviado por no volver a la madre patria y tener que sufrir en el trayecto las vacas mustias del personal de Iberia y su denigrante actitud hacia sus clientes. Con suerte, los rumores se convertirán en realidad y los ingleses acabarán comprando la aerolínea insigna española y cepillándose a tanta masa laboral amorfa.

Aquí debo dejar esto, que se me va a desparramar sobre el teclado el whisky con coca-cola que las amables azafatas de British Airways me han colocado. También aprovecharé para usar los servicios de la aeronave y tirar de la cadena ahora que sobrevolamos Francia que, con un poco de tino, igual acierto a dar a algun granjero chupa-subsidios agrícolas comunitarios.

lunes, 4 de junio de 2007

Pastor de cisnes

Ya lo dice el refranero: “nunca digas de este agua no beberé” o “este cura no es mi padre”. Por la boca muere el pez y a mí me han salido escamas. Les cuento.

Sábado vespertino, temperatura agradable, viento de cola. Tranquilo paseo por la ribera del Támesis en la agradable compañía de Eduardo y Noelia, hablando de lo de siempre: que cómo están las hipotecas, que vaya con el desempleo, que si Margaret Thatcher levantara la cabeza, y esas cosas. Nos abrimos paso entre docenas de arrogantes cisnes reales y yo les miro de reojo, habiéndoles jurado odio eterno semanas atrás.

Vaya por Dios. Mi media naranja observa que uno se arrastra malamente, desangrándose a lo Paquirri. Que hacemos? nos preguntamos con la mirada. Una de dos, o que le jodan al cisne o que el cisne nos joda el sábado. En fin, toca hacer la buena acción del día. Esto me pasa por haber ido a un colegio de curas. Llamamos al teléfono de ayuda al cisne. No es broma, un cartelito explica que aquello es una especie de cisnelandia y ofrece un contacto de emergencia. Hay que joderse.

“Mire Vd. señorita, perdone que le moleste a estas horas del sábado pero hay un cisne al que le quedan dos telediarios como no venga un doctor de cisnes”. Mientras tanto, el ánade sigue arrastrándose en dirección al agua a duras penas y no nos atrevemos a cortarle el paso, no vaya a ser que el animalito muera matando, que como dicen en los ruedos, “hasta el rabo, todo es toro”. En eso aparece un ciclista y nos ordena que vigilemos al animalito, no vaya a ser que acabe en el río y luego no podamos identificarle entre tantos. Vaya, éramos pocos y parió la abuela. Un ciclista listillo. Lo que nos faltaba. Vete a doparte al Tour de Francia.

No pasaron cinco minutos de nuestra llamada cuando una rubia madurita aparece de la nada, pregunta por el cisne, lo agarra del pescuezo con una mano, lo asía de las patas con la otra y se lo lleva entre sus brazos como si fuera un saco de patatas. “Un favor más”, nos pide entre infinitos agradecimientos. Joder, a ver si ahora vamos a ser la madre teresa de los putos cisnes, pienso. “Los cisnes tendrían que estar en el río a estas horas del día pero alguien se dejó aquella compuerta abierta, con lo que corren el riesgo de acabar en la carretera y ser atropellados. Podríais reconducirlos hasta el agua?”

Y allí nos ven, yo con cara de gilipollas, velando por las criaturas y achuchandolas para que alcanzaran el agua.


No quería taza? Pues toma taza y media.

sábado, 2 de junio de 2007

Saltando el charco

He recibido un correo electrónico de Eduardo, el sevillano merengue vecino de Reading, que reproduzco parcialmente con su permiso.

"Ayer leí el artículo que mencionas en tu blog acerca de los mileuristas. Nosotros cuando vivíamos en Madrid nos pasaba algo por el estilo, pero no me había dado cuenta de lo extendido que esta el problema. En el banco nos dijeron lo del baremo cuando fuimos a pedir una hipoteca, y por aquel entonces el máximo era a 30 años. Nosotros decidimos venirnos a UK porque no teníamos nada que perder (y porque también estábamos hartos). Y nos hemos encontrado que aquí te valoran mucho mas por tu formación, y que los trabajos están en general bastante bien pagados. También nos hemos encontrado aquí una comunidad española bastante numerosa, casi todos de nuestra edad".
Otro readingiano - Iñigo, donostiarra - se sumó a la conversación electrónica y añadió lo siguiente:
"Aquí por lo menos hay trabajo más o menos bien pagado. Ya de entrada que puedas ganarte la vida en este país sin necesidad de saber una palabra de ingles dice mucho. A saber cuantos españoles han venido a aprender ingles haciendo camas y demás. Seguro que en España necesitas un master Pikolin para eso".

El primero termina su correo con lo siguiente: “Estaría bien escribirles y contarles esto. Al menos animaría a mas de uno a intentarlo, que tampoco tienen mucho que perder.”

Pues eso, a ver si alguno se anima.