viernes, 6 de octubre de 2006

Provocando un conflicto internacional

Despues de dejar a la parienta en el salon de belleza local para que la reconstruyeran (reconstituyeran, quiero decir), sali por Chiang Mai con la intencion de hacer amigos y estrechar las relaciones bilaterales entre Tailandia y España. Me habian comentado de un bar donde no solian frecuentar turistas y en el que podria entablecer conversacion con cualquiera inmediatamente. Alla que fui, con el "Bangkok Post" debajo del brazo para, ingenuo, espantar cualquier impresion de que en mi soledad estuviese buscando compañia femenina. Pase por media docenas de coquetas bar-terrazas y obvie la tentacion de sentarme en frente de una pantalla gigante donde mostraban los resumenes de la ultima jornada de futbol española. Todo sea en beneficio y fomento de la diplomacia patria.

Llegue al garito en cuestion y fue entrar y sentirme como un soldado americano en la base de Hanoi de los setenta. Con decision torera me sente en un taburete de la barra y pedi una cerveza local con mi mejor sonrisa de Brutagueño. Lo que vino a continuacion no tiene desperdicio.
- Where are you from? - me pregunto un local de dudosa edad. En este pais no se que pasa pero los hombres aparentan una edad entre 40 y 70, y a ellas yo les echaria 12 o 16...
- Spain, my friend.... - le espete, mientras buscaba un tema de conversacion comun. "La monarquia", conclui.

Incline respetuoso mi cabeza ante un calendario-foto del monarca tailandes y dije:
- Your king and my king... good friends. El local no parecia saber que nosotros tambien disfrutamos de monarca. Se apresuro a sacar su cartera y enseñarme una estampita del suyo y me conmino a que yo le mostrase un cromo del mio. "Joder - pense - . Si me pilla un poco mas joven igual le sacaba una foto de la letizia pero de donde coño saco yo ahora una del juancar". Jugueteo con mi cartera comprando tiempo y doy con un billete de 10 libras. "A ver si cuela".

- This is the wife of my king - digo señalando a la isabel. El tailandes toma el bilete con ambas manos, lo mira al trasluz, llama a varios de sus compatriotas y tras un corto debate, me dice como portavoz del grupo:
- England.
Supongo que vio lo de "Bank of England". O reculo o bien de perdidos, al rio.
- Yes, United Kingdom of Spain and England.
- The queen of england - insiste.
- Yes, yes, okay, the queen of england, yes. But my king and the queen of england were boyfriend and girlfriend before. Por entonces yo ya dudaba si estaba creando un conflicto internacional en lugar de estrechar lazos bilaterales.
El lugareño marcha y aparece segundos despues con un periodico local, todo en tailandes, con una fotillo del Principe Carlos en la contraportada.
- The son of your king.
"La hostia - me digo. La que estamos liando"- No, no, no. That man has another father, who is Greek.
El tailandes se lleva las manos a la cabeza, les dice algo a los otros ocho tailandeses presentes, quienes tambien se llevan sus manos a la cabeza. Deben pensarse que la realeza europea es pura endogamia. Razon nos les falta. Decido tirar por la tangente, con otro tema universal.
- My king is the father of real madrid. You know? Football, real madrid!
- Ohhh, real madrid, football, rauuul - responde asombrado. Y sin mediar mas palabras, empieza a corretear por el bar besandose el anillo y mirando al techo, como cuando el jugador español venido a menos solia celebrar sus goles. Acojonante. Mientras tanto, el resto mirando y aplaudiendo. "Mejor no les digo que yo soy del Barca - yo pensaba para mis adentros".

Pago mi cuenta un poco mas tarde, aprovechando unos segundos de sosiego, hago el saludo tipico a todos los presentes - juntar manos como rezando e inclinar la cabeza y el portavoz tailandes me pregunta:
- Say thank-you in Spain.
- Gracias, majo - le digo mientras le golpeo amistosamente el hombro.
- Glasias, majo - me replica y ni corto ni perezoso me devuelve el golpe en el hombro. Y se parte de risa. Y todos de repente se parten de risa y se empiezan a golpearse el hombro los unos a los otros al ritmo de "glasias, majo". El camarero les miraba como si de una pandilla de enajenados mentales se tratara.
Asi que termino desfilando hacia la puerta, haciendoles la reverencia, y uno a uno me sacuden en el hombro murmurando algo indescifrable. Acabo de vuelta en el salon de belleza con un hombro dolorido y... diez libras mas pobre! Benditos tailandeses.

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