jueves, 15 de marzo de 2007

El peligro de la fotografia

Leo en un periódico de tirada nacional que un ayuntamiento del sur de Gales quiere prohibir que los niños sean fotografiados en parques públicos y otros espacios abiertos. Dicen que es por el bien de los niños, para defenderlos de “pedófilos”. Padres que quieran tomar fotografías de sus niños cuando están de picnic tendeán que tener un permiso escrito.

Los ciudadanos ya se han movilizado y han abierto una petición en Downing Street (la ‘Moncloa’ británica) para parar ese despropósito. He sido el ciudadano 57,192 que ha firmado electrónicamente la petición. Si algun lector de este blog es británico o residente en el Reino Unido y le apetece hacerlo, que pulse aquí.

Me estaba preguntando que a qué imbécil de concejal se le habrá ocurrido semejante estupidez. Este país es cuna de grandes invenciones y tiene una larga historia de sociedad civil pero a veces salen con cosas que es para darles de comer aparte. Pero me temo que ya es tarde y la noticia no es más que un reflejo de lo que ocurre en el día a día. Me explico.

Si una criatura de cuatro años se me acercara en plena calle, yo saldría corriendo como si me atacara un pitt-bull con la rabia. Por qué? Porque si lo aupara y le hiciera una noñería o le diera un par de caricias - como haría cualquier adulto en un país emocionalmente equilibrado - tendría a un par de vecinos, un viandante y quizá la madre llamando a la policía para denunciarme por pervertido. Tan real como la vida misma.

Con este entorno tan benévolo a uno se le quitan las ganas de ser generoso con el prójimo. Hace un par de años tomé un día de vacaciones y acompañé a una amiga inglesa, profesora de español y francés, a su escuela para enseñar español a sus alumnos (gratis). Los chavales estaban encantados (y quizá defraudados) cuando vieron a una especie autóctona de carne y hueso. Una de las clases se desdobló en dos grupos y a mí me pusieron a cargo, en solitario, del grupo que tenía un excelente nivel. El director del centro me pidió discreción porque “no habían pedido un chequeo de mis antecedentes penales a la policía”. Es un procedimiento obligatorio y él se estaba saltando la norma y podía meterse en un lío. “Gracias por hacerme sentir como un delincuente”, pensé. Si lo llego a saber, les cobro.

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