viernes, 20 de abril de 2007

Malentendidos

Llegó el momento de transferir mis escasos conocimientos a otros colegas y encontrábame con uno de ellos, intentándole explicar esto y aquello, cuando un malentendido trajo a mi recuerdo una anécdota, mitad ficción mitad realidad, que cuentan los vecinos de Rebollar de Ebro.

Ocurrió hace muchísimos años atrás, cuando aún se veía la tele en blanco y negro. Se trataba de dos amigos que nombraré con los ficticios nombres de Agustín y Fidel, no vaya a ser que los protagonistas reales acaben llevándome a los tribunales. Agustín llevaba tiempo cortejando a una paisana de una aldea cercana y finalmente sus avances fructificaron en una cita íntima con el objeto de progresar en el terreno carnal. Ahora bien, el nuevo donjuan era aún novicio en esos avatares por lo que pidió ayuda a su buen amigo Fidel, unos años mayor que él y más experto en las artes amatorias. Para tal fin, quedaron en comunicarse en la distancia a través de unos walkie-talkies durante la noche de marras.

Llegó tan ansiado momento y después de una sencilla cena a base de pan, queso y vino, Agustín se dirigió en voz baja al walkie-talkie y preguntó:
- Fidel, todo va según lo previsto. Ahora qué hago? Cambio.
- La desvistes poco a poco, sin prisa y con cariño. Cambio. – respondió con celeridad el consultor sentimental.
Minutos más tarde, brotó de nuevo la voz de Agustín a través del walkie-talkie.
- Ya está. Y ahora, qué? Cambio.
- Ahora dále con lo de mear. Cambio.
Acto seguido se oyó un fuerte golpe metálico y un alarido femenino de dolor que no hacía presagiar buenos aconticimientos.
- Agustín, coño, que está pasando? Cambio.
- Que he hecho lo que me dijiste, y la he atizado con el orinal. Cambio y corto.

Pues eso, que a este paso como no me esmere en dar mejores instrucciones, mi colega va acabar atizando a alguien con lo que no debe.

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