viernes, 27 de abril de 2007

Inteligencia social

Un grupo de amigos, ingleses y no ingleses, estábamos sentados en un restaurante griego leyendo la carta de vinos. El camarero se acercó a nuestra mesa y uno de los comensales ingleses le preguntó:
- Tienen cerveza griega?
- Por supuesto. - respondió inseguro en el dominio del idioma. Tenemos Keo, señor.
- La Keo esa, viene en grifo o en botella?
- Sí, la cerveza es griega de Grecia, señor – respondió el camarero dudando de que hubiera entendido bien la pregunta.
Yo aún recuerdo cuando, trabajando como camarero en este país, me pidieron un helado (ice-cream) y les traje un cenicero (ash-tray), así que simpaticé con el griego y guardé silencio.
- Entonces que sea una Keo para mí – respondió el inglés educadamente, sin perder la paciencia.

La inglesa que estaba a mi izquierda me golpeó la mano y acercándose a mi oído dijo con admiración: “Es que la inteligencia social de John es extraordinaria”. “Guauu, yo también quiero un poco de eso” pensé para mis adentros, visto el devastador efecto que tal inteligencia generaba en el sexo contrario.

De vuelta en casa me faltó tiempo para indagar qué diablos era eso de la inteligencia social y si se podía comprar a través de ebay. Parece ser que se tal atributo se define como “la habilidad para comprender y dirigir a los hombres y mujeres y actuar sabiamente en las relaciones humanas". Joder, yo ya estoy muy mayor para esas cosas.

Entonces me acordé de un ejemplo de inteligencia social muy española que presencié en Rebollar de Ebro (59 habitantes) y que paso a relatar. Algún lector estará ahora pensando que parezco empecinado en que Rebollar desbanque a Lepe del ranking de pueblos universalmente famosos. Puede ser. Otros, en unos segundos, se preguntarán si tengo obsesión por el ganado vacuno. También puede ser.

A lo que iba. Un noche de agosto le daba conversación a mi amigo Manolo mientras éste ordeñaba una docena de vacas en su cuadra. Eran aún tiempos donde se ordeñaba a mano, así que el proceso era tedioso y a veces incómodo. La vaca que le ocupaba no paraba de menear el rabo golpeándole en la cara y Manolo iba poco a poco perdiendo la paciencia. Finalmente, cansado ya de tanta molestia, decidió colgar temporalmente el rabo de la vaca a la viga de madera que cruzaba el techo de la cuadra. ‘Out-of-the-box thinking’ (pensamiento creativo), que lo llamarían en los masters de dirección de empresas.

Manolo es más bien chapadito por lo que sus brazos no alcanzaban a llegar a la viga. Entonces agarró el taburate, lo colocó detrás de la vaca y se subió para, con esfuerzo, intentar fijar el rabo a la viga. Con las maniobras, su pantalón de faena aflojó y se le bajó hasta los tobillos. Fue entonces cuando su madre entró a la cuadra y presenció aquel cuadro surrealista: su hijo subido en un taburete detrás de una vaca, con los pantalones bajados, con el rabo de ésta entre sus manos y yo mirando.
- Pero hijo, qué estás haciendo? – acertó a decir, estupefacta, la pobre mujer.
- Mire madre, me estoy follando a la vaca, porque si le cuento la verdad no se lo iba a creer – respondió mi amigo muy serio.

Manolo, tú sí que eres un inteligente social!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajajjaaaaaa... Qué bueno.
Pero la inteligencia es no se llama "inteligencia emocional"?

Javier dijo...

Eso pensaba yo pero parece ser que la social es la nueva version de la emocional!
http://www.editorialkairos.com/product_info.php?manufacturers_id=158&products_id=640

Anónimo dijo...

Jajajajjajajjajaja Vive Dios que si es el Manolo que yo creo me le estoy imaginando subido en la silla, a su madre con cara de asustada y a él con cara seria diciéndole que se estaba tirando a la vaca jaajajjajajajajjajaa un recuerdo imborrable jajajajajaja

Un saludo desde Campo de Ebro... que tembién existe ;-)
Roberto

Anónimo dijo...

La virgen, eramos pocos y pario la abuela. Me alegra saber de ti. Gracias por paserte por aqui.
Un abrazo!