Gracias por las decenas de miles de muestras de preocupación pero mucho me temo que el hecho de que tenga estas páginas desantendidas no se debe a nauseas, vómitos, malestar general u otros caprichos de la naturaleza si no más bien a los malnacidos de Iberia que me dejaron tirado en el aeropuerto de Barajas dando un cúmulo de excusas de diversa índole y que podrían resumirse en un conocido dicho popular que hace referencia a lo que le cuelga, de forma notoria, a la estatua del caballo de Espartero en la calle Alcalá de Madrid.
En fin, vuelvo a la promesa de contar los prolegómenos de mi estado de buena esperanza.
Acto 1: Conversaciones domésticas
- Y si compramos un perro?
- No me gustan los perros encerrados en una casa. Por qué no un canario?
- De verdad no te gustan los perros?
- Me gustan, al contrario que los gatos, pero no en mi casa…
- Y si es un perro pequeño?
- A dónde quieres llegar?
Acto 2: Manos a la obra
Los veteranos a esta página recordarán que en una ocasion reflexionaba sobre el hecho empíricamente corroborado de que resulta más fácil dejar embarazada a la novia que a la esposa.
Acto 3: Páginas amarillas
- Mire Ud, señor don doctor. Entre lo mal que leo los mapas, la mala práctica de conducir en sentido contrario y la sensación de que en este país las cigueñas son especies protegidas…
- Entiendo. Y ha pensado en alguna solución al respecto?
- Me he informado en la Internet y queremos tener niños por bluetooth. Y si no puede ser así, pues mejor por osmósis, o por mediación del espíritu santo o…. pero coño, haga algo.
- Quiere Vd sentirse útil en todo esto?
- Faltaba más, lo que haga falta, señor don doctor. Si Vd. me dice que me tire por un puente, allá que voy de cabeza.
- Ve esa puerta con el rótulo que dice "Contabilidad"? Pues llame antes de entrar y vaya sacando la tarjeta de crédito.
Así empezó el asunto. Todo muy romántico, como pueden apreciar.
Continuaré con la concepción.
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